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Quiero vivir en un mundo vegano.


¿Veterinaria y especismo son inseparables?

26/4/2018

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Como veterinaria que soy, mis críticas van dirigidas con frecuencia a mis propios compañeros de profesión. Me es fácil hablar de mis propias experiencias, de lo que yo he observado después de trabajar unos cuantos años en el sector. Sin embargo, no lo hago porque este colectivo se merezca más reprobación que otros. A efectos prácticos, un veterinario no vegano no se diferencia en nada de otros profesionales no veganos: todos hacen su trabajo y se ganan la vida en una sociedad mayormente especista. Si queremos que no haya nadie beneficiándose de manera directa o indirecta de la explotación de los animales no humanos, solo hay una vía posible: educar en el veganismo.
Aún no me he escindido oficialmente de la profesión veterinaria, a la que por suerte o por desgracia seguiré permaneciendo hasta que me muera. Por eso, de vez en cuando recibo en mi buzón la revista de la Organización Colegial Veterinaria Española (OCV). El último número comienza con un editorial que casi me produjo una úlcera gástrica instantánea. Para facilitar su lectura, la he transcrito más abajo.
Información Veterinaria. Revista de la Organización Colegial Veterinaria Española. Númeo 1, año 2018.
Información Veterinaria. Revista de la Organización Colegial Veterinaria Española. Númeo 1, año 2018.

LOS PROFESIONALES VETERINARIOS, GARANTES DEL CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA DE PRODUCCIÓN ANIMAL.

Recientemente un programa de un medio de comunicación hacía un relato sobre la supuesta realidad de la producción porcina. Éste desencadenó en nuestra profesión, y muy en particular en los profesionales veterinarios que trabajan en este ámbito, una reacción generalizada de desaprobación tanto de su contenido como del mensaje que transmitía.
 
Sin entrar en la intencionalidad y en el grado de información sobre la realidad de la producción porcina del referido programa, es evidente que lo que se transmitió no se corresponde con la realidad del sistema productivo en esa especie y mucho menos con el papel que desempeña la profesión veterinaria en él, lo que sin duda fue la causa del revuelo y disconformidad.
 
Como es bien sabido nuestro país es líder europeo en la producción porcina, que es un sector de gran importancia económica, aporta un elevado número de puestos de trabajo entre ellos a veterinarios y colabora a fijar población en el medio rural. Este sector ha asumido y aplicado en la práctica la normativa europea en materia de sanidad y bienestar animal, así como en lo referido a la seguridad alimentaria y la compatibilidad ambiental, que no son la expresión de una simple voluntad de los productores y los profesionales del sector, sino una exigencia legal, y sobre todo, de los consumidores.
 
Las granjas porcinas han experimentado una mejoría notable en los últimos tiempos y han incorporado avances sustanciales en los ámbitos antes referidos. Los profesionales veterinarios que en ellas desempeñan su labor son especialistas bien formados y garantes del cumplimiento de la normativa vigente y las medidas establecidas para ello en lo que ponen cotidianamente todo su empeño.
 
Los mataderos españoles, que el proceso de homologación europea ocurrido hace unos años motivó el cierre de muchos de ellos, cuentan en la actualidad con modernas instalaciones para garantizar la seguridad alimentaria y lo establecido en la normativa de bienestar animal. La presencia en ellos de inspectores veterinarios independientes, como funcionarios de la administración pública que son, garantizan el estricto cumplimiento de la legislación vigente y el correcto estado sanitario de los productos destinados al consumo.
 
Los medios de comunicación son indispensables en una sociedad moderna y democrática y han contribuido muy positivamente al desarrollo de las sociedades avanzadas, pero también, y por supuesto respetando su independencia y profesionalidad, se espera que realicen su trabajo contando con la suficiente información para tratar de transmitir con el mayor rigor posible hechos objetivos y evitar provocar alarmas injustificadas en los ciudadanos.
 
Juan José Badiola.
Presidente del Consejo General de Colegios Veterinarios de España.


Mi primera reacción al leerlo fue bastante visceral, como ocurre con frecuencia cuando llevas poco tiempo siendo vegano. Analizándolo con mi mente activista ya me voy dando cuenta de algunas cosas, por ejemplo de que este texto es bienestar animal en estado puro (no confundir con bienestarismo).
«El Bienestar Animal consiste en una postura concreta en favor de regular el uso de animales nohumanos para beneficio de los humanos que se deriva directamente del antropocentrismo y que se preocupa acerca de la crueldad o el sufrimiento excesivo que infligimos a los demás animales. Pero dicha preocupación no se fundamenta en la consideración de los intereses de estos animales sino en la preocupación de que eso afecte negativamente a los humanos.»

También me doy cuenta de que es un vano intento por lavar la imagen de los veterinarios implicados y defender a unos compañeros que se están cubriendo de gloria, como ya hizo AVATMA (Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y el Maltrato Animal) publicando su famoso comunicado en respuesta a la polémica que generó el programa de Salvados, «Stranger Pigs».
 
Podría hablar muy negativamente sobre estos representantes de mi profesión, con los que no comparto ideas y con los que jamás me he podido identificar. Pero como activista que pretende difundir el veganismo abolicionista de manera razonada y calmada, me veo en el deber de reflexionar antes de escribir. Por ello, rápidamente me doy cuenta de que los veterinarios no son distintos al resto de la población. Todos hemos sido adoctrinados en el prejuicio especista desde la infancia. Los veterinarios, por ser los profesionales que en teoría cuidan de la salud de los animales no humanos, no son más ni menos responsables del uso que se hace de esos animales en comparación a cualquier otro ciudadano que participa también de ese uso. Después de que en redes sociales se publicara un artículo sobre la situación de los Beagles en la Facultad de Veterinaria, fui testigo de cómo ciertas personas atacaban a los veterinarios exactamente igual que atacan a los toreros, a los cazadores, a un investigador que trabaje con monos o ratas, a los matarifes o a cualquiera que maltrate un animal. La mayoría de estas personas son animalistas no veganos que aún no han entendido que el especismo está en la base de todo. Estas personas dirigen su ira y sus insultos al individuo que realiza ese acto cruel y salvaje sobre un ser indefenso que sufre, y probablemente después se irán a comer una hamburguesa o un chuletón sin el más mínimo remordimiento. Ni siquiera repararán en el hecho de que si existen los matarifes y los veterinarios higienistas (los que trabajan en mataderos) es precisamente porque ellos consumen productos animales.
Demanda de productos animales. Vegansidekick.
Por ejemplo, imaginemos una sociedad en la que todavía exista la pena de muerte. En algunos casos ya se utilizan máquinas que producen la muerte de un individuo de manera automática, pero si esto no es así, es necesaria la presencia de alguien que inyecte de manera manual el agente eutanásico en las venas de ese individuo, o que accione el sistema eléctrico de la silla eléctrica. Podemos insultar, juzgar y vilipendiar a los trabajadores que han accedido a realizar esa acción inmoral, y es cierto que ellos tienen su parte de responsabilidad, porque podrían negarse a hacerlo. ¿Si todo el mundo se negara conseguiríamos eliminar la pena de muerte? Posiblemente. Sin embargo, lo más probable es que siempre haya alguien dispuesto a hacerlo. La pena de muerte desaparecerá cuando la mayor parte de la población se haya concienciado de lo inmoral que es esa práctica y se consiga abolir, no regular. En ese momento ya no habrá verdugos ni médicos obligados a garantizar que el asesinato legal de un humano se produce según «la ley vigente de protección de los criminales».
 
Yo he decidido que no voy a hacer lo mismo. No voy a caer en insultos ni en descalificativos personales contra trabajadores que se limitan a cumplir con su trabajo, les duela o no les duela, quizá porque yo he sido uno de ellos y sé que en la mayoría de las ocasiones no puedes negarte. Lo que sí critico son las mismas actitudes especistas que observo en el resto de la población: el editorial que he reproducido más arriba no es más que una prueba flagrante de cómo el especismo está tan imbuido en nuestras mentes que ni siquiera somos conscientes de cómo suenan tales afirmaciones. La explotación animal para un veterinario del sector cárnico es algo tan natural como respirar, pero no deberíamos sorprendernos, puesto que también lo es para el 99,8% de la población española (según algunas estadísticas el porcentaje de veganos en España es de un 0,2%).
 
Las reflexiones que ahora acuden a mi cabeza, leyendo detenidamente el escrito, son estas:

1. La generalización en la que incurre el titular no es válida para mí.

Yo no soy parte del colectivo de veterinarios que participan más o menos activamente de la explotación animal, ya sea como meros consumidores de productos animales como la gran mayoría de la población, o como profesionales del sector… es decir, como veterinarios al servicio de ganaderos y empresas de la industria alimentaria que dan de comer a todos sus trabajadores sus familias. Si algo queda claro con este texto, es que todo se reduce a dinero y leyes. La ética está muy alejada de la mente de estos veterinarios, pero esto también sucede con todos aquellos que aún consideran que utilizar a los animales no humanos para nuestro beneficio es aceptable moralmente.

2. Es obvio que no se está cumpliendo la ley, aunque si se cumpliera, tampoco significaría nada para los animales explotados.

Alguien aquí no está haciendo bien su trabajo. A la vista de todos está que los controles sanitarios en las granjas no son suficientes. Los responsables de la situación han afirmado por activa y por pasiva que el caso mostrado en el programa de Salvados era un caso aislado. Me recuerdan a determinados políticos hablando de sus casos de corrupción. Quizá, aparte de dinero y leyes, estemos hablando también de una cuestión política.
 
Pero la realidad es que los veterinarios no son los únicos responsables de esta situación de los animales de granja. Todos somos responsables. Todos los que participamos de una forma u otra en la explotación animal contribuimos a que sigan existiendo mataderos. Si queremos que no haya maltrato ni sufrimiento animal, empecemos por nosotros mismos, adoptando el veganismo. La regulación de la explotación de los no humanos no va a hacer que desaparezcan ni el maltrato ni el sufrimiento. Es la esclavitud en sí misma la que tiene que desaparecer. Por ello la abolición de toda forma de explotación debe ser el fin que persigamos todos los veganos.

3. El Bienestar Animal no tiene nada que ver con los Derechos Animales.

Las mal llamadas «Leyes de Bienestar Animal» están pensadas únicamente para tranquilizar las conciencias de los consumidores que creen que asesinar innecesariamente a animales no humanos para consumo propio está justificado siempre que se les trate bien. Como muy bien se dice en el editorial, si tales leyes existen es porque lo demandan los consumidores. Los veterinarios (del sector cárnico) van a evitar un excesivo sufrimiento en los animales no humanos explotados, pero solo por la parte que les toca: para optimizar la producción y por tanto los beneficios económicos, y para evitar la transmisión de zoonosis a los humanos que van a consumir los cadáveres y secreciones de esos no humanos (muchos de los cuales son veterinarios).
 
Esas leyes solo garantizan que una industria tan cruel como inmoral siga perpetuándose por los siglos de los siglos, con el apoyo, por supuesto, de organizaciones bienestaristas que cantan victoria cada vez que se da un «pasito» ilusorio en la buena —según ellas— dirección. Que los veterinarios tengan que hacer cumplir estas leyes porque ese es su trabajo no les exime de su responsabilidad en el sistema de explotación animal. Sin embargo, no debemos olvidar que los veterinarios son solo parte del gran engranaje que supone tal explotación. El día que no haya demanda de productos animales, los veterinarios que ocupan esos puestos de trabajo tendrán que dedicarse a otra cosa.

4. Hoy por hoy, estos veterinarios son garantes de la perpetuación del prejuicio especista que domina nuestro mundo (pero no son los únicos).

Gracias a ellos se mantienen bien ocultas las aberrantes prácticas que a día de hoy siguen teniendo lugar en todos los mataderos y granjas. Si alguien debiera denunciar a la industria cárnica, tendrían que ser ellos, supuestamente los profesionales formados para conservar la salud y proteger la vida de los animales no humanos. Pero la realidad es bien distinta, porque como al resto de los humanos, a los veterinarios nos han convencido de que la explotación de los no humanos es algo totalmente normal y aceptable en nuestra sociedad. En ningún momento nos han dicho que su uso no es justificable moralmente. Nos han hecho cómplices de los explotadores, casi sin darnos cuenta. Pero ser veterinarios no es la razón. Si acaso, por ser veterinarios, tenemos mucho más arraigado el prejuicio especista en nuestra cabeza. Nuestros propios estudios y después nuestra labor profesional, nos han insensibilizado. Muchas veces es una cuestión de superviviencia. Algunos nos juzgan a la ligera y nos comparan con médicos nazis, sin darse cuenta de que un veterinario no es más que un profesional de la salud animal que ha crecido en una sociedad de especistas. No es más culpable él por trabajar en un matadero que el humano que compra la carne o la leche en el supermercado. Si la situación que sufren los animales no humanos es comparable a un holocausto —visión que comparto totalmente— estos veterinarios no son el equivalente a los principales ideólogos nazis, sino a todos los alemanes que se mostraron partidarios del nazismo y votaron al Partido Nacionalsocialista. Estos veterinarios son víctimas de la propaganda especista, igual que todos aquellos consumidores de productos animales que no ven ningún problema en pagar a otros para que ellos críen, maten y descuarticen a animales no humanos en los mataderos para después comérselos. Que los veterinarios tengan que vigilar el buen funcionamiento de las cámaras de gas no les hace más culpables que los que viven ajenos a esa realidad, sin imaginarse de dónde viene su bandeja de filetes de lomo de cerdo.

5. Hay veterinarios que ni siquiera comprenden el concepto de «especismo» (o no quieren comprenderlo).

Ya que he mencionado a AVATMA, sí que me gustaría saber si para su actual presidente he sido lo suficientemente insoportable al escribir esta entrada, en el caso de que en algún momento llegara a leerse estas líneas, aunque, a juzgar por sus comentarios, no creo que le interese mucho. Me consta que ese es el calificativo que gusta de endosarnos a los activistas por los Derechos Animales que de vez en cuando nos mostramos en desacuerdo con las acciones de su asociación u otras similares. Esta es la respuesta que recibí hace poco cuando se me ocurrió comentar algo en relación a un seminario sobre maltrato animal (asumo que el presidente es el que responde en nombre de AVATMA, claro):
Imagen
Captura de pantalla de una conversación en la página de Facebook de AVATMA.
Pero quizá esto no sea muy sorprendente atendiendo a las opiniones que manifiesta cuando otros sugieren que su trabajo de defensa de los toros no es tan importante como él cree. Es el caso de Jonathan Safran Foer, un escritor vegetariano —ni siquiera vegano—, autor del libro Eating Animals, que habla en contra de la industria cárnica y afirma que los toros víctimas de la tauromaquia son muchos menos que los que mueren a causa de la demanda de carne. Entonces Zaldívar no duda en afirmar que ese alguien es un «gurú» y sus argumentos le resultan «indignantes». ¿Tal vez porque le hace ver su doble moral? ¿No será que el especismo hace realmente estragos en nuestra profesión, y él ni siquiera quiere verlo?
Imagen
Captura de pantalla de una publicación en Facebook de José Enrique Zaldívar, presidente de AVATMA, compartida en la propia página de AVATMA.
Sin embargo, la actividad profesional de Zaldívar no es relevante aquí. Su actitud no es distinta a la de muchos otros animalistas que también se consideran antitaurinos. Estas personas piensan que condenar una forma de explotación animal mientras sigues siendo partícipe de otras es hacer algo por los animales, y si les haces ver su incoherencia, se ponen a la defensiva y se enojan. Todo esto no es más que el reflejo de su especismo. Y no podemos juzgarles, porque todos nosotros, en algún momento de nuestras vidas, hemos sido víctimas de ese mismo especismo, incluidos los que ahora somos veganos. Como muy bien dice Luis Tovar, autor del blog Filosofía Vegana:
«Todos vivimos y participamos en una sociedad especista que esclaviza a los animales nohumanos. Condenar a una determinada población por hacer lo mismo que se hace en el resto de la sociedad es algún tipo de incoherencia o hipocresía. [...]
 
No hay ninguna diferencia con el hecho de comer animales o de consumir cualquier producto de origen animal. Detrás de todos ellos hay víctimas que son esclavizadas y asesinadas.
 
A las víctimas no les importa si las esclavizamos y asesinamos al aire libre o lo hacemos a puerta cerrada. Sólo quieren vivir y disfrutar de su vida en libertad. Igual que nosotros. La sintiencia es inherente a todos los animales que poseemos sistema nervioso.
 
Por tanto, denunciar la tauromaquia o el Toro de la Vega de forma aislada es algo injusto. Porque no estás denunciando los mataderos y el resto de formas de explotación animal. Las tauromaquia (o cualquier festejo taurino) es sólo una parte más de la opresión especista. Hablar de ella como si fuera algo excepcional, único o diferente es equivocado. Participar en la tauromaquia o en el Toro de la Vega es lo mismo que sentarse a la mesa a comer animales. En todos los casos se disfruta a costa de la explotación de otros animales. […]
 
La forma correcta de abolir la tauromaquia, y toda forma de explotación animal, consiste en ir a la raíz del problema: la mentalidad especista que considera que los demás animales son seres inferiores que existen para nuestro beneficio, y que permite y motiva nuestra violencia contra ellos.
 
Mientras no consigamos que este paradigma moral que impera en nuestra sociedad sea cuestionado y rechazado, no conseguiremos evitar que sus consecuencias se sigan sucediendo.
 
Si queremos cambiar la situación actual, tenemos que confrontar el prejuicio del especismo en las personas que se encuentran a nuestro alrededor, y en nosotros mismos, y no desviar nuestra atención aisladamente a otros casos de opresión especista que ocurren a cientos o miles de kilómetros, sólo porque nos parezcan más crueles o notorios.
 
Pensar que lo erróneo en nuestra actual relación moral con los demás animales es solamente la "crueldad" significa fomentar la idea de que esclavizar a otros animales resulta inmoral sólo si se les maltrata o se les hace sufrir. Pero la esclavitud es igualmente injusta sin importar la manera en que se lleve a cabo. Y nuestra actual relación con los demás animales sólo puede ser calificada correctamente como esclavista. En tanto que los tratamos literalmente como nuestra propiedad.»

http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2013/09/todos-somos-tordesillas.html

Aunque al presidente de AVATMA, igual que a los veterinarios que viven de la industria alimentaria, no les guste oírlo, el especismo es la razón por la que, a día de hoy, los animales no humanos siguen siendo objeto de explotación, con todo lo que eso conlleva, como la crueldad y el maltrato que ellos creen estar evitando posicionándose en contra de la tauromaquia pero no en contra de otras formas de explotación. Si realmente queremos defender a los animales no humanos, la única vía posible es hacerlo a través del veganismo, aunque esa palabra le resulte tan insoportable que no quiera ni ver a ningún vegano asomándose a su página.
 
Respondiendo a la pregunta que puse por título a esta entrada, yo sí creo que la veterinaria y el especismo se pueden separar. Pero esto no ocurrirá mientras no haya más veganos, sea cual sea su profesión, que se opongan radicalmente a participar en la explotación de los animales no humanos. Y esto solo será posible en un futuro muy lejano, gracias a la educación y concienciación de los humanos, que deberán comprender las razones éticas por las que todos los animales no humanos han de ser respetados y, en consecuencia, liberados de la situación de esclavitud en la que viven actualmente.
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    «El veganismo es en verdad la afirmación de que en donde haya amor la explotación debe desaparecer.»

    - Leslie Cross, vicepresidente de la Vegan Society, 1951.

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    Veterinaria y vegana. Una difícil combinación en los tiempos que corren.

    Escribo por aportar mi granito de arena al veganismo.

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