Algún día me meteré a fondo con la profesión veterinaria. Por el momento no puedo dejar pasar un comunicado que ha publicado recientemente AVATMA (Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y el Maltrato Animal) en relación al revuelo montado por el programa de Salvados sobre la industria porcina. Ese comunicado es uno de los mejores ejemplos actuales del mal que están haciendo las medidas bienestaristas en nuestro país. Y la postura que adopta la asociación es una de las mayores muestras de las continuas contradicciones que vivimos en nuestra sociedad respecto al trato que les damos a los animales. No sabía muy bien si dedicarle una disección completa al artículo porque es bastante largo y aburrido. Si he de ser sincera, me daba mucha pereza. Según lo leía llegué a la conclusión de que no merecía la pena: la postura de AVATMA frente a situaciones como la de la granja de El Pozo es la misma que la del programa de Salvados, que más o menos viene a decir: «No estamos en contra de la industria cárnica, ¡no por Dios!, pero eso no quiere decir que debamos permitir que los cerdos sean tratados de esta manera. Y por ello debemos seguir apoyando medidas bienestaristas que no sirven de nada a los cerdos pero sí sirven para que los consumidores puedan dormir con sus conciencias tranquilas, para que los ganaderos puedan seguir explotando cerdos como han hecho toda la vida y para que los veterinarios del sector porcino puedan seguir ganando dinero gracias a los dos. Así todos contentos.» Como sé que repetir trescientas veces lo mismo no va a servir para convencer a veterinarios bienestaristas de que lo moralmente correcto sería dejar de participar de la explotación de seres sintientes, he decidido no diseccionar punto por punto el comunicado, pero no me he podido resistir a comentar algunos de esos puntos y también me ha dado pie para una reflexión más personal. El artículo de AVATMA se puede leer completo aquí: Análisis de AVATMA: Opinamos sobre el programa de Salvados «Stranger Pigs». Antes de nada, me gustaría decir algo. Soy perfectamente consciente de que la cuestión no es fácil. Sé que si AVATMA ha tardado días en emitir su opinión es porque hay muchas diferencias entre los propios veterinarios, ya que al fin y al cabo los veterinarios son individuos con distinto grado de concienciación en materia de Derechos Animales y con distintas opiniones sobre la mejor manera de abordar un problema, igual que ocurre en el resto de la población e incluso entre los propios veganos. Sé que, como veterinarios, su posición no es nada cómoda. Y sé que, aunque los veterinarios somos los profesionales que más sabemos sobre salud animal, eso no significa necesariamente que todos los veterinarios sean amantes de los animales, defensores de sus derechos, ni que estén en contra de su explotación, del mismo modo que un médico no tiene por qué estar en contra de la esclavitud o de la experimentación en humanos. Esto es así, por mucho que me duela. Instituciones como el Colegio de Veterinarios de Madrid, una de cuyas principales ocupaciones es apoyar públicamente la tauromaquia (oh, sorpresa) son prueba de ello. Pero sí creo que todos somos responsables de lo que hacemos, y que todos elegimos dónde estar. No es fácil elegir cuando hay intereses económicos de por medio, ya sea a nivel individual —ya que todos tenemos familias que mantener— o a nivel colectivo, como asociación que afirma luchar por la abolición del maltrato animal y sin embargo se distancia oficialmente de los por ellos denominados «animalistas». Inciso. Hace ya varios días que me pregunto a quiénes llaman exactamente «animalistas». Parece que la directiva de AVATMA no se considera animalista, aunque sí que defiende la abolición de la tauromaquia. Tampoco sé si dentro del término «animalistas» incluyen a los veganos, porque ponen mucho esfuerzo en evitar la palabra «veganismo» y el hecho de que un veterinario como Alfonso Senovilla sea vegano parece tener la misma relevancia que decir que es moreno. Como estaba confusa, busqué en internet y encontré el siguiente gráfico. Gracias a él la cuestión me ha quedado algo más clara. Quizá los miembros de AVATMA deberían repasarse estas cuestiones básicas y especificar algo más en sus próximos comunicados quiénes son para ellos los animalistas. Fin del inciso. Sé que los miembros de AVATMA tienen un buen papelón. Y aunque como veterinaria puedo llegar a comprenderlos, como vegana no puedo defenderlos en lo más mínimo. Pero desgraciadamente no son más que el reflejo de la sociedad en la que vivimos: una sociedad llena de contradicciones que ni siquiera quiere hablar de ética porque sabe que la explotación de cualquier animal no es moralmente aceptable, y aún así, mira para otro lado, calla y lo acepta porque en nuestra sociedad los intereses económicos priman por encima de la ética. Es así de simple. Y lo que tenemos como veterinarios no es más ni menos lo que merecemos. Ahora, a mí me gustaría que de vez en cuando me hablaran con sinceridad, que alguien alguna vez se posicionara en el lado de la ética, aun sabiendo que la situación ideal que todos (quiero creer) deseamos, está aún muy lejos. Con «ética» me refiero a la auténtica, no a la del «Nos preocupa el sufrimiento animal», mientras que la mayoría de los integrantes de dicha asociación no mueven un dedo por evitar que se envíen menos animales al matadero. Yo hubiera preferido que la directiva de AVATMA se hubiera mantenido callada, porque para decir lo que han dicho, ya están Jordi Évole y otras muchas organizaciones animalistas partidarias del bienestarismo. Hablando solo han puesto aún más en evidencia que los veterinarios no son personas en quienes se puede confiar, sino personas que viven en el mismo sistema que el resto de la población y que en su mayor parte han elegido callar porque su economía va en ello. A la gran mayoría de veterinarios no les importa que exista o no explotación animal, solo les importa poder seguir teniendo un medio de subsistencia al que no quieren renunciar. Es muy fácil ser veterinarios a favor de la abolición de la tauromaquia. Al fin y al cabo, la tauromaquia es una actividad solo ejercida por unos pocos que tiene los días contados. No es tan fácil ponerse en contra del lobby porcino, en contra de una actividad que provoca mucha más violencia contra los animales que la tauromaquia pero que da de comer a mucha gente, tanto a ganaderos como a muchos veterinarios del sector. Y de ahí sus incoherencias, sus ambigüedades y su dificultad para escribir un comunicado. De ahí que necesiten escudarse en la legislación para defender lo que saben que es indefendible desde el punto de vista moral. A mí, personalmente, el comunicado de AVATMA me da penilla. Como veterinaria, contraria a la tauromaquia y a cualquier otro tipo de violencia contra los animales, y por ello vegana, digo bien claro: a mí AVATMA no me representa. Analicemos ahora algunas perlas que he extraído de su artículo. En la primera parte dejan bien clara la razón por la que los veterinarios son parte del problema: el sector porcino mueve millones de euros en España, y la vida laboral de muchos veterinarios depende de él. Es decir, existen numerosos conflictos de interés. Esperar que veterinarios del sector denuncien lo que está pasando no es nada realista. No interesa que cierren granjas. No interesa denunciar las malas prácticas. No interesa salir en la tele como un colectivo que debería defender los derechos de los animales y decir: «Señores, dejen de explotar animales, los veterinarios estamos aquí para curarlos, no para ser cómplices silenciosos del holocausto animal que está ocurriendo en todo el mundo». Lo que interesa es esconder la mierda bajo la alfombra, como mucho maquillarlo un poco afirmando que los veterinarios son los primeros preocupados por el bienestar animal y esperar a que la tormenta pase. Todo seguirá igual (o peor) en cuanto este «escándalo» se olvide y todo vuelva a la normalidad. A mí esta primera parte del artículo me suena a excusa de AVATMA, que no saben cómo tirar de las orejas a sus propios compañeros responsables de la situación, pero tampoco saben cómo justificar su defensa de la industria porcina siendo totalmente conscientes de que explotar a un animal sin que haya sufrimiento es imposible. No van a reconocer que defender la abolición de la tauromaquia pero no defender la abolición de cualquier otra forma de explotación es totalmente incongruente. Exhortan a sus compañeros a que no sean corporativistas porque en teoría están en contra del maltrato animal, y afirman que todo veterinario debería cuidar ese aspecto y al menos cumplir la ley, pero al mismo tiempo siguen apoyando a la industria porcina, para que siga explotando animales. Este es el grado habitual de incoherencia que nos encontramos entre los que defienden el bienestarismo. No hay por dónde coger el asunto. Ellos lo saben. No en vano hacen referencia a sectores animalistas —me imagino que muchos también son socios de AVATMA— que se manifiestan «con pasión» en las redes sociales, con los que no están de acuerdo. No, ellos no son así de extremistas. En público queda mejor decir que como veterinarios están preocupados por el bienestar animal, eso sí, asegurándose de no enemistarse con el sector porcino. Y como el discurso bienestarista cala entre la población, que ya se queda mucho más tranquila sabiendo que los veterinarios también están muy preocupados por el bienestar animal y además trabajan para que abscesos llenos de pus no lleguen al plato de los consumidores de carne, todos contentos. A continuación, se hace referencia a numerosos artículos de la legislación tanto europea como española relativa al bienestar animal. Por ejemplo, estos: «Toda persona que posea cerdos (ganadero) y toda persona implicada en la explotación de los mismos, deberá asegurarse, conforme a sus responsabilidades, de que se tomen todas las medidas razonables para salvaguardar el bienestar, incluida la salud de todos los animales.» […] Que nos hablen de legislación está bien porque así se pone de manifiesto la perversidad de tales artículos, la completa inutilidad de los mismos, y la sorprendente conclusión a la que llegan los directivos de AVATMA: la granja porcina que apareció en Salvados no cumple con dicha legislación. En serio, ¿hay que ser veterinario para darse uno cuenta de eso? ¿Hay que ser veterinario para saber que las Leyes de Bienestar Animal no sirven absolutamente para nada y que lo único que sirve es la CONCIENCIACIÓN de cada individuo sobre qué tipo de trato deben recibir los seres sintientes que comparten la tierra con nosotros? Según estos artículos parece que hay una forma humanitaria de explotar y asesinar animales destinados al consumo humano. Yo me pregunto cómo se puede matar a alguien sin causarle dolor, agitación ni angustia. Los chillidos que daban los cerdos a la entrada del matadero, antes incluso de ser descargados, mientras Jordi Évole entrevistaba tranquilamente a la coordinadora sindical Montse Castañé, que pasará a la historia por decir «Dame un cuchillo y un cerdo y te haré un muñeco de nieve», no, eso no son signos de angustia. Eso sí, al menos reconocen que: Es evidente que lo que apunta esta directiva, la que está en vigor, la hace mucho más laxa y menos exigente en cuanto a los cuidados que deben recibir los cerdos heridos o enfermos. Aún así, la mayor parte de la gente está encantada con la postura bienestarista, cuando en realidad no hay nada peor que la existencia de unas leyes que aparentemente están protegiendo a los animales, pero que solo sirven para perpetuar su explotación. Y siendo los veterinarios los mejores conocedores de estas leyes, y me atrevería a decir, los más conscientes de que es imposible hacer que en la práctica se cumplan, las siguen apoyando. Como ya he visto en otras ocasiones, ni siquiera quieren entrar en cuestiones éticas, como si no fuera eso lo único importante. Por eso escriben a continuación: Creemos que estamos en la obligación de hacerlo dado nuestro claro posicionamiento en favor del bienestar y en contra del maltrato animal desde la “con ciencia”. Me hace gracia que separen la palabra «conciencia» en «con ciencia» (por lo visto es el lema de AVATMA). Claramente, no quieren ni oír hablar de conciencia. Porque saben que tienen todas las de perder. Porque saben que si su conciencia se les removiese de verdad, ni siquiera podrían escribir un comunicado así. Aparte de que me pregunto qué ciencia puede haber si lo primero que hacen es ignorar los signos de dolor y angustia que el mero transporte al matadero causa a los animales. Y como si eso fuera poco, aún tienen la desfachatez de escribir lo siguiente: También le pediríamos al público en general que además de mostrar preocupación al pensar que la carne de esos animales puede acabar en sus platos, la muestren por el enorme sufrimiento que padecían esos cerdos en esas lamentables condiciones, algunas de ellas incompatibles con la vida. Existe una palabra que se adecúa perfectamente a nuestra petición, la de empatía. Este párrafo es el que más tristeza me produjo, por la enorme hipocresía que contiene. Están pidiendo a la población empatía cuando ellos mismos siguen siendo parte del problema y no están ni mínimamente sensibilizados con los animales. No reconocen sus derechos como seres sintientes que desean vivir. Lo que les importa es acabar con la tauromaquia, nada más. Si a alguien realmente le importa los animales, todos ellos y no solo unos pocos, deja de consumirlos. Deja de ser parte de la cadena de esclavitud a la que se les somete desde que nacen. Se convierte al veganismo, y luego trata de concienciar al resto de la población para que adopte un estilo de vida vegano. No invita a nadie a que exija a los productores un mejor trato hacia los animales, sino que les trata de convencer de la necesidad de abolir toda forma de explotación animal. Pero, ¿qué se puede esperar de una asociación que dice estar en contra de la tauromaquia y el maltrato animal pero no del respeto a la vida de todos los animales? Pues eso, respuestas parciales, incompletas e inútiles que no van a solucionar el verdadero problema. Solo puedo estar parcialmente de acuerdo con esta parte del comunicado: Los veterinarios podemos ser corporativistas, pero debemos saber dónde establecer los límites. Desde el momento en que, como mínimo, el bienestar de los animales explotados en las granjas, brille por su ausencia, nuestra profesión debe denunciarlo. Ha habido excepciones, pero como profesionales de la sanidad, que estamos en contra del maltrato animal, creemos que, como colectivo, hemos perdido de nuevo una oportunidad para demostrar a los ciudadanos que somos, de verdad, veterinarios. ¿Y qué es ser de verdad veterinario? Me pregunto… Según el diccionario de la R.A.E.: Veterinario es la «persona que se halla legalmente autorizada para profesar y ejercer la veterinaria». Y la veterinaria es la «ciencia y práctica de precaver y curar las enfermedades de los animales». Vaya, parece que no dice nada de explotarlos para nuestro beneficio ni de asesinarlos prematuramente… ¿Y qué dice el código deontológico de los veterinarios? Artículo 8 Hmm… esto complica las cosas un poco. Quizá solo soy yo pero me parece que ser de verdad veterinario y cumplir con el código deontológico es misión imposible… a no ser que aceptemos que los ganaderos no maltratan a sus animales cebándolos y matándolos, o que participar de la explotación y muerte de animales de granja es proteger su salud y bienestar. Me vuelvo a sentir confusa. ¿Quizá internet me vuelva a ser de ayuda? Parece que si te gustan los animales y quieres defender sus derechos, ser veterinario es la peor elección que puedes hacer. A pesar de que un veterinario «de verdad» es el que vela por la salud de los animales y cura sus enfermedades, resulta que cada vez que alguien explota o asesina a un animal de granja, ahí están los veterinarios, ¿asegurándose de que no le suceda ningún daño al animal? No. Asegurándose de que se le explota o se le mata «bien». Los veterinarios parecen ser vigilantes de verdugos, en lugar de «garantes del bienestar animal». Quizá los de la R.A.E. necesiten actualizarse, porque la realidad es bastante distinta. Y quizá los veterinarios de AVATMA deberían asumir que no, ellos precisamente no son de verdad veterinarios.
El problema de fondo es que la profesión veterinaria hace tiempo que necesita una reforma profunda y una nueva definición sobre qué es un veterinario. Un veterinario «de verdad», según yo lo he entendido siempre, debería defender los Derechos Animales a ultranza. Debería estar en contra de todo tipo de explotación animal y no a favor de campañas bienestaristas. Un veterinario debería preocuparse por la salud de los animales no humanos y oponerse a que cualquier animal no humano fuese utilizado de ninguna manera por parte de animales humanos. Un veterinario «de verdad» sería vegano. Quizá, después de todo, debería haber dos carreras distintas: una para los verdaderos veterinarios, los médicos de animales no humanos, los que quieren formarse para salvar sus vidas y colaborar para eliminar toda forma de explotación animal; y otra para los especistas que estén preocupados por la seguridad alimentaria humana y quieran seguir colaborando en la esclavitud de los animales no humanos. Así las cosas estarían mucho más claras y ningún veterinario tendría que suicidarse por no poder dedicarse en la vida real a aquello que siempre soñó: un mundo libre de crueldad hacia todos los animales.
Comentarios
|
«El veganismo es en verdad la afirmación de que en donde haya amor la explotación debe desaparecer.»
- Leslie Cross, vicepresidente de la Vegan Society, 1951. Autora
Veterinaria y vegana. Una difícil combinación en los tiempos que corren. Libro
Relato
¡DESCARGA GRATUITA!
Solo por visitar mi página te regalo un relato corto sobre la peliaguda cuestión de si las plantan sienten.
El extraño caso del plátano sintiente Archivos
Febrero 2024
Categorías
Todo
|