Comienzo hoy una nueva sección del blog, categorizada como «El alma de una vegana». Aquí voy a escribir de una manera más distendida, más coloquial y con cierto sentido del humor, ya que a veces necesito desahogarme y expresarme más con mi corazón que con mi mente. Describiré con más detalle lo que supone ser vegana en un mundo no vegano, la realidad de nuestra lucha en el día a día, las circunstancias en las que nos encontramos, algunas divertidas y otras no tanto, cuando intentamos vivir sin explotar a otros animales.
Además, no me gustan la inmediatez y la superficialidad de las redes sociales. Siempre diré que van demasiado rápido para mí, y me gustaría escribir instantáneamente todo lo que pienso, pero antes de que lo haga ya se me ha colado en el feed otro asunto y las ideas vuelan... Además me frustra que todas las publicaciones se acaben perdiendo. Yo lo llamo el inframundo de Facebook: ese final de la página al que nunca llegas porque está demasiado abajo. Voy a utilizar esta sección para conservar todo aquello que crea valioso. El caso es que una compañera activista postéo una foto de los San Fermines de este año y se me cayó el alma a los pies.
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Como lo prometido es deuda, he diseccionado este artículo titulado «El toro de lidia es un atleta abrumado por el estrés y la obesidad», publicado recientemente en la edición digital de El País. Y sí, eso lo dicen dos veterinarios que se dedican a los toros. Por alguna razón los llaman «expertos», pero estos tienen de expertos veterinarios lo que yo tengo de experta astronauta. Cuando leí el artículo no sabía si reír o llorar. Lo que sí sé es que me produjo una gran vergüenza. Pero por desgracia esta es la realidad en la que vivimos, un mundo donde los veterinarios se convierten con frecuencia en cómplices del maltrato animal. Reconozco que me ha costado diseccionar este engendro. Además de que hablar de toros siempre me resulta especialmente doloroso, pocas veces encuentro tanto sinsentido en un artículo. He tenido que seleccionar solo algunas «perlas», porque si no, iban a ser necesarias al menos tres entregas. Ni que decir tiene que mi grado de crispación y tristeza iba en aumento según lo leía. No he podido evitar el tono irónico, pero es eso o caer en insultos, algo que quiero evitar en lo posible. Menos mal que tengo práctica con la meditación y puedo recobrar mi estado natural en cuestión de minutos. No sabía ni por dónde empezar, pero bueno, ahí vamos. Con bravura y poderío. El toro de lidia es un atleta agobiado por el estrés y fatigado por la obesidad. Está acostumbrado a vivir en libertad y todas las faenas que se le realizan hasta su salida al ruedo le afectan mentalmente. Sufre una excitación profunda desde que sale de su entorno natural. Y está superalimentado porque se le exigen muchos kilos en la plaza. Casi todos sufren de sobrepeso, y ese es el origen de muchos problemas. Cuesta creer que esta sea la opinión de dos veterinarios, uno de los cuales, se afirma, es una reconocida autoridad en la materia. Según su descripción, va a ser que el toro de lidia es como los soldados de la Legión española, que al entrar en el cuerpo eres joven y estás en forma, pero luego te vas dejando y vives en un ambiente obesogénico que te hace padecer de sobrepeso y ya no puedes ni levantar el fusil. Pero no, atleta y obeso son incompatibles. O eres uno o eres otro. Y si realmente el toro bravo viviera en libertad, se alimentaría de hierba, no de pienso para que engorde, digo yo.
Hoy mismo me llegaba un artículo reciente de El País escrito por dos veterinarios relacionados con el mundo del toro que me ha dado vergüenza ajena. La tauromaquia es uno de esos temas que me desgarran por dentro, literalmente. Mi instinto me dice que huya. Sufro demasiado con estas cosas. Pero la madurez me ha hecho ver que huir no es la solución. Hay que luchar. Siempre, aunque uno esté muriendo. Los cambios nunca son fáciles, pero por algún sitio hay que empezar. Ese artículo no se va a librar de una buena disección. Pero de momento, dejo mi otro antecedente en el veganismo: mi opinión sobre la muerte de uno de esos toros criados solo con una finalidad, la de saciar la sed de violencia de algunos seres humanos. 15-7-2016
Normalmente no hablo de estos temas, porque no tengo ganas de meterme en berenjenales. Una ya tiene una edad y prefiero tomarme las cosas con calma. Pero esta vez voy a hacer una excepción y voy a contar lo que pienso sobre la que se ha montado con respecto a la muerte de un torero. Eso sí, voy a desactivar los comentarios porque no me apetece discutir con nadie. Si eres lo suficientemente curioso y te has leído las entradas más antiguas de mi blog, te habrás dado cuenta de que soy vegetariana. Bueno, ya no, ahora soy vegana. En mi casa aún entra algún derivado lácteo, porque mi novio es vegetariano y aún no se ha decidido a dar el paso al veganismo. No le puedo culpar. Él decidió dejar de tomar carne hace algo menos de un año y por razones de salud, no como yo, que voy mucho más allá. Él tiene la suerte de que ahora la oferta vegetariana y vegana en nuestra ciudad es mucho más amplia de lo que era allá por los años 90, cuando yo decidí que no iba a tomar más carne y me fui a un Mc.Donald’s cien por cien segura de que aquella iba a ser la última hamburguesa (cárnica) de mi vida. Lo he cumplido. Pero por un tiempo cometí el error que cometen muchos vegetarianos principiantes. En aquella época había mucha menos información que ahora, no existía internet, nadie sabía lo que era el seitán y la soja sonaba a algo chino. Las leches vegetales tampoco existían o te costaban un riñón. Como consecuencia mi dieta no era todo lo sana que debería. Con el tiempo he ido aprendiendo y mi novio, que aun siendo carnívoro comía más fruta que yo, fue una gran ayuda para llegar a donde estamos ahora. En cuanto he averiguado cómo sustituir huevos y algún que otro alimento de origen animal en lo que como, y en cuanto se me han ido todos los miedos sobre el peligro de sufrir ciertas deficiencias vitamínicas, por fin pude dar el paso definitivo. Y por mi parte ojalá lo hubiera hecho antes... |
«El veganismo es en verdad la afirmación de que en donde haya amor la explotación debe desaparecer.»
- Leslie Cross, vicepresidente de la Vegan Society, 1951. Autora
Veterinaria y vegana. Una difícil combinación en los tiempos que corren. Libro
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