Hay cosas que desearías no haber conocido nunca. Por ejemplo, que en Estados Unidos existen «programas educativos» (por llamarlos de alguna forma) que consisten en hacer que un niño aprenda a someter a un cordero, dándole de comer para ganarse su confianza, para posteriormente poder ponerle un ronzal, conducirle con una cuerda igual que a un caballo con su brida, y hacer que se pare junto a él sujetándole por la cabeza. Todo esto con el fin de presentarlo en una exhibición y que sea elegido para subasta, es decir, vendido a ganaderos que lo enviarán al matadero. Supuestamente esta es una actividad muy divertida que enseña a desarrollar en los niños la ética laboral, la paciencia y muchas otras habilidades. Al menos esto es lo que se afirma en una reveladora presentación en diapositivas sobre este asunto de «entrenar corderos para exhibición».
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Hoy nos ocupamos de otra de las excusas más frecuentes cuando tratamos de razonar con una persona no vegana sobre la obligación moral de dejar de utilizar productos animales: es necesario que los consumamos porque, si no, moriremos desnutridos. Creo que es una excusa muy fácil de rebatir, aunque no ayudan mucho los médicos y nutricionistas que aún pululan por el mundo sin actualizar los escasos conocimientos de nutrición que les dieron en sus respectivas facultades. Muchas personas recurren a la falacia de apelación a la autoridad (argumento ad vericundiam), creyendo que alguien, por ser médico, ya lo sabe todo y no puede estar equivocado. Si de algo nos damos cuenta enseguida los veganos, es que, una vez que has decidido dar el paso y confesar a todos tus familiares, amigos y conocidos que eres vegano, de repente todo el mundo se convierte en un experto en nutrición. Sí, el mismo que acaba de devorar un perrito caliente delante de ti o se ha metido un churrasco de un kilo entre pecho y espalda, ese que no sabe lo que es una verdurita cocida al vapor, de pronto está preocupado por tu nivel de proteinemia (cantidad de proteínas en sangre) y la posibilidad de que acabes con una deficiencia de vitamina A. Si un día coges un resfriado, sin duda es porque no estás obteniendo los nutrientes necesarios por comer tanta lechuga. No se paran a pensar que antes de hacerte vegano, tú estabas igual de desinformado que ellos, y ya te conoces toda la información bibliográfica que hay al respecto en internet. Casi te has hecho un máster en nutrición y dietética, porque quieres dejar de explotar animales, no morirte a los dos días de anemia. Así que, si hay algún experto en nutrición cerca, eres tú.
Bueno, ojalá esto fuera así de verdad. A muchos veganos no les preocupa en exceso llevar o no una dieta saludable, y aún así su estado nutricional tampoco ha provocado ninguna alerta sanitaria a nivel mundial, ni los hospitales están llenos de veganos desnutridos. Hay, eso sí, algunos veganos que no se informan adecuadamente y luego vienen algunos problemillas. Pero estos problemillas suelen tener fácil solución y desde luego no suelen tener la misma gravedad que las enfermedades cardiovasculares, la obesidad o la diabetes tipo 2 que sufren muchas personas que sí que comen productos animales y además llevan una dieta de pena. Si hablamos de salud únicamente, la clave no está en consumir productos animales o no consumirlos. La clave está en llevar una dieta correctamente planificada, y esto puede hacerse con o sin productos animales. |
«El veganismo es en verdad la afirmación de que en donde haya amor la explotación debe desaparecer.»
- Leslie Cross, vicepresidente de la Vegan Society, 1951. Autora
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