No puedo negar que les tengo muchas ganas a los ganaderos y ganaderas (que lamentablemente cada vez son más) de este país, pero dada mi actual inclinación a conservar mi paz interior, cada vez me es más difícil escribir artículos de crítica al sector. Hago hoy una excepción porque, la verdad, me lo pusieron en bandeja y así dejamos por aquí uno de los mejores ejemplos de hipocresía y también contradicción dentro de la disidencia, tema que ya dejé bastante claro en mi relato «El extraño caso del plátano sintiente». El encontronazo tuvo lugar en Telegram y por fortuna pude salvar a tiempo varias capturas de la absurda conversación que tuve con la amiga de una ganadera, la cual desapareció poco después de hablar conmigo. Supongo que esperaba otra cosa de mí, hecho por el que no puedo culparla, ya que los veterinarios somos los cómplices necesarios en esta barbarie de la explotación animal que nos acompaña desde que tenemos memoria. No hace falta decir mucho más porque las capturas hablan por sí mismas. He de decir que como veterinaria consciente ya estoy acostumbrada a que me contacten personas preocupadas por el efecto de las vacunas en sus animales, pero suelen ser personas que cuidan de perros y gatos, no ganaderos. Hace poco, eso sí, en uno de mis paseos por la aldea en la que vivo, un paisano quiso venderme sus vacas, y me comentó algo de esa enfermedad tan rara transmitida por un mosquito, y que las pobres vacas se estaban poniendo enfermas después de ser vacunadas por el veterinario (vaya, qué conspiranoico está todo el mundo, ¿eh?). Llegó a hacerme un gesto de desdén hacia la supuesta existencia de ese «virus». Vamos, que no se creía ni una palabra de lo que le habían contado. Parece ser que no es el único que se ha dado cuenta del percal... aunque a no ser que seas un ciudadano responsable que aún ve la televisión, tampoco hay que ser muy inteligente para observar y llegar a tus propias conclusiones. A pesar de las apariencias, el crotal y el cencerro delatan la condición de esclava de esta pobre vaca, que acabará en el matadero cuando a su propietario esclavista le convenga. Y no, no es libre ni feliz. Pero me centro en la conversación con la amiga de la ganadera. Me divertí bastante, la verdad. Y mi perplejidad inicial era sincera. ¿Buscaba «veterinarios amigos»? ¿Quería en serio que le redactara un informe sobre los efectos de las vacunas? ¿Y a quién iría dirigido esa informe? ¿A las mismas autoridades que van a aprobar o ya han aprobado la nefasta Ley de Malestar Animal? ¿A las mismas autoridades que han matado a miles de humanos con experimentos genéticos a través del engaño, que han asesinado a ancianos en las residencias, que han apaleado a viandantes por no llevar bozal? Si no les importan los humanos, ¿realmente piensa que les van a importar los no humanos? ¿Pero estamos despiertos o es todo una maldita broma? Eso por no hablar de la foto idílica de la campiña con las gallinas regordetas y felices, esas que están destinadas a ser esclavas toda al eternidad porque por alguna razón la gente que decide irse al campo con niños pequeños son incapaces de concebir una vida sin explotar a nadie, como si a estas alturas aún tuviésemos que cazar o criar a individuos de otras especies para asesinarlos y comérnoslos, a ellos y a sus secreciones. «¿Tal vez pensaba que una niña no podía alimentarse de forma vegana?», me decía mi parte positiva e inocente. En ese caso le daría toda la información que necesitase, no faltaría más. Creo que fui demasiado inocente... Y estos son los que quieren escapar de la Matrix… Pues qué bien vamos.
En fin. Que Dios nos pille confesados, porque mientras los disidentes veganos no seamos mayoría, me parece a mí que el Nuevo Paradigma aún va a tardar unos cuantos siglos en llegar. Nada, que no se enteran… Por cierto, solo me quedó enviarles un enlace de la gran empresa cárnica Hermanos Belmonte, estoy segura de que les habría encantado a las dos, y especialmente a sus retoños 😇.
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«El veganismo es en verdad la afirmación de que en donde haya amor la explotación debe desaparecer.»
- Leslie Cross, vicepresidente de la Vegan Society, 1951. Autora
Veterinaria y vegana. Una difícil combinación en los tiempos que corren. Libro
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