El veganismo avanza imparable. Tanto, que algunas grandes corporaciones se están dando cuenta de que si no quieren perder clientes tienen que cambiar algunos de sus métodos de producción. Yo estoy siendo testigo directo de la aparición de una oferta cada vez más variada (y rica) de yogures y otros productos lácteos vegetales que empiezan a copar el área refrigerada de los supermercados. Hablo de la marca Alpro, perteneciente a la Central Lechera Asturiana. Personalmente prefiero las variedades sin azúcar y así se lo manifesté, pero a todo aquel que le guste disfrutar de postres lácteos y no quiera participar en la explotación animal, ya puede hacerlo sin ningún problema. Incluso Danone ha anunciado recientemente que pronto tendrá una línea similar a la de Alpro. Aunque no sea una gran consumidora, no puedo negar que disfruto contemplando embobada frente a las estanterías las miles de combinaciones posibles de leche vegetal existentes ya en el mercado. Es señal de que algo está cambiando, y eso me produce una gran satisfacción interna. Sin embargo, hay algunos que se resisten al cambio. Los franceses hasta se molestan y cogen rabietas, aprobando medidas que prohíben que productos elaborados a base de vegetales puedan denominarse como su equivalente cárnico. No les gusta que existan hamburguesas vegetales ni que llamemos «filete» a cosas que no están fabricadas con cadáveres animales. Dice Jean Batiste Moreau, diputado y ganadero francés: Es importante luchar contra reclamos falsos: nuestros productos deben ser designados correctamente. Es curioso, porque en mi casa de toda la vida hemos acompañado el queso con «carne de membrillo», hemos cocinado las lentejas con «carne de pimiento choricero», todos sabíamos que la horchata era «leche de chufa», y si ya nos poníamos exóticos, a veces comprábamos «leche de coco» para hacer algún postre. El lenguaje no importaba, porque no había ningún vegano cerca recordándoles a los consumidores de productos animales que estaban haciendo algo inmoral. Ahora sí importa porque no quieren que la gente se confunda y asocie la carne o la leche a algo que no procede de la esclavización y asesinato de un animal. Como saben que por sabor y textura son indiferenciables, quizá se piensan que nuestro deseo es engañar a los despistados, lo que produciría un mayor descenso en las ventas de productos animales. Tal vez quieren que la industria alimentaria vegetal sea como la animal, que no utiliza reclamos falsos... ¿verdad? Tal vez quieren que los clientes tengan las cosas claras. Lo que no saben es que los veganos ya tenemos las cosas claras. Nosotros sí que conocemos lo que hay detrás de un filete de ternera, un vaso de leche o un huevo. Los veganos no queremos animales muertos en nuestros platos, ni tampoco sus secreciones. Que se llame salchicha, burguer o queso, nos es indiferente, con tal de que en su elaboración se hayan respetado los derechos de los animales no humanos. Hablando de reclamos falsos... Lo de los franceses no es nada comparado con la reacción de las grandes empresas que obtienen una buena parte de sus beneficios haciendo que las vacas y sus crías vivan unas vidas de infierno solo para seguir vendiendo leche y carne, productos que son totalmente prescindibles en la dieta humana. Respecto a la leche, la única que necesitamos los humanos es la de nuestras madres en el periodo de lactancia, como cualquier otro mamífero. Nos convencieron de todo lo contrario, gracias a la publicidad y al apoyo que las explotaciones lecheras han recibido de las administraciones públicas. También hemos sido testigos de la transformación de la calidad del producto final, hasta tener prácticamente agua blanca que ha sufrido todo tipo de procesos industriales, quitándole la nata, luego volviéndosela a añadir, quitándole la lactosa, uperizándola, esterilizándola, añadiendo vitaminas que tampoco necesitamos y hasta ácidos grasos procedentes de pescado que tampoco necesitamos si el resto de nuestra dieta está bien equilibrada. Pero la población general sigue pensando que la leche de vaca es estupenda para todo y permanece ignorante a la realidad. No solo respecto al hecho de que su consumo es totalmente innecesario, sino también a la terrible situación que viven los animales explotados para ello. Muchos empiezan a ser conscientes, es cierto, y en consecuencia, el miedo a perder beneficios empieza a atenazar a las industrias implicadas. ¿Y cómo reaccionan? Con más publicidad engañosa. El dinero mueve montañas, y el lobby lácteo, igual que el porcino, mueve sus hilos para que de repente veamos en la tele a periodistas como Julia Otero entrevistando a un amable ganadero asturiano, para que nos muestre lo felices que viven sus vacas pastando en los montes asturianos. Por si esto no fuera suficiente, te encuentras publirreportajes en unas cuantas páginas de periódicos locales, tanto en versión digital como en su versión de papel. Aunque más sofisticada que la de los franceses, esto no es más que otra rabieta de los ganaderos y demás implicados en la cadena de producción láctea y cárnica. Saben que están perdiendo dinero. Saben que sin subvenciones del Estado las explotaciones lácteas ya no son rentables. Saben que tienen los días contados. Los veganos avanzamos imparables. Los veganos que nos dedicamos a la difusión del veganismo abolicionista vamos convirtiendo a otras personas que ya no darán ningún paso atrás. A nosotros ya no nos pueden engañar, ni los reducetarianos, ni los bienestaristas. Sabemos lo que queremos, y poco a poco nuestros esfuerzos están dando resultados. El vídeo de Central Lechera Asturiana es un gran ejemplo de lo que el profesor Gary L. Francione llama «explotación feliz». Por desgracia, para muchos supuestos defensores de los animales estas «mejoras» en el bienestar de las vacas esclavizadas son una victoria. La activista María Pascual Patrao publicaba un excelente texto en su perfil de Facebook criticando el reportaje. Lo reproduzco con su permiso: EL CUENTO DE LA PERIODISTA Y EL GANADERO.
El anuncio de Central Lechera Asturiana que utiliza como reclamo a la periodista Julia Otero, nos presenta un ambiente bucólico e idílico de vacas pastando y bien tratadas (incluso las cepillan); la incisiva y declarada antitaurina periodista le hace un sinfín de preguntas al ganadero sobre producción de leche. Hubiera estado bien que la incisiva Julia Otero le hubiera preguntado sobre las inseminaciones (violaciones) continuas a las que son sometidas esas vacas bien tratadas para gestar becerros con el fin de mantener la producción láctea, también le podía haber preguntado cuál es el destino de esos becerros tras el parto y cuál es el destino final de esas bien tratadas vacas cuando terminan su ciclo reproductivo. También la incisiva periodista tendría que haberle preguntado por qué esta empresa ha sacado al mercado la marca Alpro especializada en todo tipo de leches vegetales cuyas ventas han aumentado espectacularmente los últimos años en detrimento de la leche de vaca. Por último me pregunto si la incisiva periodista era consciente de que el becerrito al cual besa en la última escena del anuncio iba a ser carne de matadero. Lamentable que periodistas de reconocido prestigio se presten a estas pantomimas. Qué decepción Julia Otero, tú que te has posicionado como antitaurina deberías de haber hecho la conexión de que la masacre de las vacas y de sus inocentes becerritos en la clandestinidad de los mataderos no es mejor que la masacre del toro bravo en las corridas. Yo tengo poco que añadir, excepto algunos detalles que quizá pasen desapercibidos al público menos informado:
Por desgracia, este no es el único ejemplo. La marca Pascual, ante la preocupación de los consumidores por el trato que se le da a las vacas (algo que no tiene nada que ver con el veganismo), también se ha sumado a las campañas bienestaristas, y ahora todas sus granjas tienen el certificado de Bienestar Animal AENOR Conform. Así mantiene engañada a la población (o al menos lo intenta) haciédonle creer que todas sus vacas viven una vida de inmensa felicidad . Quieren hacernos creer que la esclavitud es lo mejor que les podía pasar a estos pacíficos bovinos y a toda su descendencia. En su publirreportaje, análogo al anuncio anteriormente expuesto, y también acompañado por otro bucólico vídeo que muestra cómo de bien tratan al ganado, hasta podemos ver a un ganadero abrazando a una de sus esclavas. También se ve cómo este ganadero conduce al ternerito a su inevitable muerte, eso sí, con un cariño y una sensibilidad absolutos. Las ganaderías tienen que tener unas instalaciones adecuadas para el alojamiento, para el descanso y protección frente a las inclemencias del tiempo del ganado; así como acceso a la comida y bebida de todos los animales de la granja. Los animales deben estar en unas condiciones de higiene y de salud adecuadas, con protocolos de control y prevención de enfermedades y bajo supervisión veterinaria. Las granjas tienen que permitir un comportamiento normal de los animales y una interrelación correcta con el personal de la granja siendo así, ‘vacas felices’. Como bien apuntaba el activista Luis Tovar en su página de Facebook Filosofía vegana, no hay ninguna diferencia entre esto y lo que ocurría hace doscientos años con la esclavitud humana: Las reformas de la esclavitud humana tenían un solo propósito que era el de perpetuar dicha esclavitud, mejorando su eficiencia económica y su aceptación social. Tampoco es esto nada nuevo. En 2011, Peter Singer, el supuesto libertador animal que muchos animalistas adoran, ya se posicionó a favor de estas reformas de la esclavitud, y en 2013 Luis Tovar ya nos alertaba sobre la inutilidad de estas reformas, que solo llevan a la perpetuación de dicha esclavitud: En otra parte del texto, Singer afirma que "se están mejorando las condiciones de vida y muerte" de los animales esclavizados. Es decir, lo que se está haciendo es reformar las condiciones de un sistema de esclavitud y matanza que nosotros mismos hemos creado. Estas reformas ni siquiera son un fin en sí mismo sino que el fin es conseguir perpetuar esa esclavitud consiguiendo que sea socialmente más aceptable y económicamente más rentable. Nadie que afirme ser vegano debe apoyar estas reformas bienestaristas. Todos, al principio, podemos dejarnos convencer por los discursos de las grandes corporaciones que se definen a sí mismas como animalistas, pero esto solo es un segundo adoctrinamiento que debemos superar después del especismo, como muy bien escribía otro gran activista, Igor Sanz, en su blog Lluvia con truenos, hace solo unos días. Una vez más, no te dejes engañar. Por mucho que maquillen y disfracen la realidad, todos conocemos, o al menos podemos imaginar, lo que ocurre en las explotaciones ganaderas. Nunca antes habíamos tenido tanta información disponible, ni tantas herramientas a nuestro alcance para difundir la verdad. Si aún no la conoces, puedes verla en Youtube, no te llevará ni un segundo encontrar cientos de vídeos que la muestran. Los animales no humanos que son hoy explotados, no necesitan una mejora en las condiciones de explotación. Lo que necesitan es el fin de la explotación. Por ello, adopta el veganismo y difunde veganismo. Eso es lo único que ayuda a las víctimas.
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«El veganismo es en verdad la afirmación de que en donde haya amor la explotación debe desaparecer.»
- Leslie Cross, vicepresidente de la Vegan Society, 1951. Autora
Veterinaria y vegana. Una difícil combinación en los tiempos que corren. Libro
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