Desde que empecé mi andadura como activista, voy de susto en susto. Primero descubrí a qué se dedicaban realmente los miembros de Igualdad Animal, no precisamente a promover el veganismo a pesar de sus denuncias sobre la situación de los cerdos en las granjas españolas. Aún estoy esperando ver los resultados de sus heroicas actuaciones. Luego descubrí que hay supuestos «veganos» comeinsectos que en realidad son sensocentristas pero por alguna razón quieren seguir llamándose veganos. Y poco a poco me voy dando cuenta de que el movimiento por la defensa de los Derechos Animales está invadido por supuestas organizaciones «veganas» que solo suponen un lastre para el veganismo. No solo están los bienestaristas, sino también los reducetarianos. Y lo peor de todo es que muchos veganos no se dan cuenta de que están siendo burdamente engañados. Admito que a veces me siento confusa. En mi ingenuidad, yo realmente pensaba hace escasos seis meses que ser vegano activista era otra cosa. Pensaba que iba a invertir mi tiempo tratando de convencer a no veganos de que los animales no humanos deben ser respetados y por ello tenemos que dejar de explotarlos. Y resulta que el verdadero problema por el que el veganismo no avanza más rápidamente es porque nuestro movimiento está siendo usurpado por personas que se autodenominan veganas pero no lo son, y además tienen la desfachatez de decirnos a los veganos cómo tenemos que comunicarnos con los no veganos para conseguir un mundo vegano. No salgo de mi asombro. Y ya para rematar, el otro día descubrí que no solo es que estas organizaciones sean bastante más poderosas que nosotros, pobres veganos abolicionistas que trabajamos en soledad y nos costeamos nuestro propio material divulgativo, sino que además nos superan en número. Y gracias a que obtienen apoyos de todos sus donantes, de partidos políticos, y probablemente también de la industria alimentaria, los libros que escriben los máximos representantes de esas organizaciones o sus defensores reciben una promoción inusual, pasando a engrosar la larga lista de libros engañosos. Fue Peter Singer el que inauguró tal lista con su mal llamada obra Liberación animal, tristemente famosa en el ámbito animalista, pero por lo que parece esta tendencia va a continuar, como demuestran el recientemente publicado libro de Óscar Horta, Un paso adelante en defensa de los animales, o el que me ha empujado a escribir esta entrada, Hacia un futuro vegano, del autor belga Tobias Leenaert (prologado, qué sorpresa, por el propio Peter Singer). Que lo promocionara Igualdad Animal me puso en alerta, claro. Sería totalmente impensable que tal organización publicitara tan alegremente un libro de un vegano de verdad, es decir, alguien que tenga claro que el veganismo es un imperativo moral y que todos nuestros esfuerzos deben ir encaminados a conseguir la abolición de la explotación animal cuanto antes, lo que implica un rechazo hacia cualquier regulación de las condiciones de esclavitud de los no humanos. Pero uno de mis defectos es que suelo ser optimista y pienso bien de la gente, así de primeras. Mi lógica me decía que si el libro de Leenaert estaba prologado por Peter Singer, no podía ser bueno, y así lo expresé en redes sociales. Y justo después, me puse a investigar, no fuera a ser que estuviera equivocada. Pero no, la realidad era mucho peor de lo que me había imaginado. Un vídeo que alguien recomendaba, afirmando que «a este hombre hay que escucharlo», disipó las pocas dudas que podían quedarme. Y la opinión de esta persona no me sorprendía en absoluto, ya que fue administradora de un grupo claramente bienestarista de Facebook que se llaman a sí mismos «veganos con estilo» o algo así, ahora mismo copado por miembros y/o votantes de Pacma (fácilmente reconocibles porque muchos llevan un letrero en su foto de perfil diciendo «Yo apoyo la ley». Todo muy bonito y guay). Incluyo el vídeo en esta entrada, no porque quiera dar ningún tipo de publicidad a este despropósito de conferencia, que casi me produce vergüenza ajena, sino para que el lector sepa exactamente qué estoy criticando y aprenda a diferenciar a los veganos de verdad de los impostores que nos rodean. Me costó llegar hasta el final, he de confesarlo. Pocas veces he visto tanta manipulación, tantas ideas ridículas —no muy distintas a las situaciones hipotéticas que los veganos estamos más que hartos de escuchar, tipo «¿Y qué harías si estuvieras solo en una isla desierta y no pudieras comer lechuga?»— ni tanta tergiversación sobre en qué consiste el veganismo y cómo nos comportamos los veganos. No me podía explicar cómo este tal Tobias Leenaert anda por ahí escribiendo libros y dando lecciones sobre comunicación a los veganos activistas. Pero esa pregunta también quedó contestada al día siguiente. Veamos cómo. (min 1:49) Comenzamos con el punto 1 de su charla, dedicado a «la importancia del activismo», donde empieza diferenciando entre activistas «civiles» y activistas «profesionales». Estos últimos son los que reciben dinero por parte de las organizaciones. Dice que en «nuestro movimiento» (como si reducetarianismo y veganismo fueran lo mismo) ve muchas críticas hacia esas organizaciones por parte de activistas individuales, y hace un alegato en defensa de esas organizaciones, que según él son necesariamente distintas a los activistas individuales por varias razones, entre otras que necesitan asociarse para llegar a grandes audiencias, y, por supuesto, necesitan fondos. Por ello piden dinero constantemente, para poder luchar contra la gran industria alimentaria que cuenta con fondos aún más grandes. Así que, si tienes alguna crítica hacia ellos, es mejor que practiques la «opinión lenta» porque no tienes toda la información para juzgarles. En resumen, lo que viene a decir es justamente lo que Gary L. Francione advierte en sus escritos respecto a este tipo de organizaciones: si a algún activista se le ocurre hacer alguna crítica, le instan a callarse, así sin más. Según escuchaba a Tobias Leenaert, yo me preguntaba a qué venía esta sospechosa defensa de las grandes organizaciones. Todo me quedó claro cuando descubrí al día siguiente su página web, The Vegan Strategist. Tal y como él mismo explica, Leenaert siempre quiso ganarse la vida defendiendo los derechos animales, y en el año 2000 fundó en Bélgica, junto a Sebastian Joy, una organización llamada Ethical Vegetarian Alternative. Entre otras cosas esta organización promueve en Bélgica una campaña llamada «Veggiedag», el equivalente al lunes sin carne, pero los jueves. Su postura es claramente reducetariana. No os asustéis por palabrejas como esta: solo significa que en vez de hablar de veganismo y rechazar todo tipo de explotación animal, él es partidario de decirle a la gente que vaya poquito a poco y empiece reduciendo el consumo de carne. Más tarde estos dos socios fundarían, junto a la tercera en discordia, Melanie Joy, la organización ProVeg Internacional. ¿Hablan de veganismo? Qué más quisiéramos… Un rápido vistazo a su página web y te das cuenta de que la información sobre Derechos Animales brilla por su ausencia. Leenaert solo se está defendiendo a sí mismo y no, no le interesa que la explotación animal sea abolida, porque si eso ocurriera tendría que dedicarse a otra cosa… Averiguar que este hombre lleva desde 2013 propagando sus ideas en conferencias me produce escalofríos, además de una tristeza y una impotencia difíciles de describir... Pero así son las cosas. (min 4:54) Según Leenaert es muy importante el activismo individual, porque si cada vegano convierte a otra persona en vegana, el proceso de veganización del mundo puede ir muy rápido. Para hacer esto, es muy importante que sepamos comunicarnos. Hasta aquí, bien. El problema es que si seguimos los consejos de Leenaert, como vamos a ver enseguida, lo que tendremos es más explotación animal. (min 6:14) Afirma que es menos importante ser veganos (reduciendo el veganismo a la alimentación) que el impacto que tenemos en los demás al comunicarnos con ellos. O sea, esto de «predicar con el ejemplo» no es en absoluto válido para él. En este momento comprendí por qué se lleva tan bien con Peter Singer, alguien que se autodenomina «flexivegano» y aún así pretende decirnos a los demás cómo hacer un mundo vegano. (min 6:29) Justo en este instante Leenaert deja escapar su verdadero mensaje: si un «vegano» (ya hago uso de las comillas porque según sus palabras ni siquiera hace falta que sea vegano de verdad) hace que otras personas se hagan veganas… o ni siquiera eso, hace que reduzcan el consumo de carne o lo que sea, ya está haciendo algo bueno. Así sin que nos demos apenas cuenta, ya hemos pasado de veganismo a reducetarianismo. Y como sigamos así, el mundo se va a quedar como está, aunque él pretenda convencernos de que así salvaremos más animales. Así resume su primer gran consejo: «What goes into your mouth is less important than what comes out of it.» «Lo que entra en tu boca es menos importante que lo que sale de ella.» Y, por supuesto, es aún más importante lo que hacemos con nuestro dinero que lo que comemos. ¿De nuevo sugiriendo que lo donemos a su organización? (min 8:30) Este es uno de los momentos más apoteósicos del vídeo, en el cual tira por la borda cualquier base moral que tenga el veganismo. ¿A quién le importa? Literalmente, dice: «Está ese dicho en nuestro movimiento de que el veganismo tiene una base moral. Creo que lo habrán escuchado. En realidad no estoy de acuerdo con esto. Creo que es algo peligroso de decir, porque casi automáticamente nos pone a nosotros mismos en un pedestal, nos pone más alto que a los otros. Hagan lo que hagan, si no son veganos, ellos no han alcanzado la base moral. Pueden haber gastado miles de dólares al año para buenos propósitos, para buenas causas, pero no han alcanzado la base moral, no son veganos. ¿Pueden ver cuán destructivo puede ser eso para nuestra relación con otras personas?» Veamos… Leenaert no parece haber entendido que «nuestro movimiento» no es el mismo. El veganismo es un principio ético por el cual rechazamos la explotación de los animales no humanos. Esa es la única definición de veganismo que existe, y existe desde antes de que él naciera. No es ningún «dicho» que el veganismo tenga una base moral, es la simple realidad. Si él no quiere aceptarla es su problema. Y si no quiere llevar a la práctica las implicaciones éticas que supone hacerse vegano, que no nos venga contando cuentos de que él pertenece al movimiento vegano y desea un mundo vegano. Me resulta difícil de creer que a lo largo de la conferencia las mismas respuestas que yo podría dar a personas no veganas reticentes a abandonar su consumo de productos animales, se las podría dar a él. No, los veganos no somos superiores a nadie ni nos sentimos así cuando dejamos de participar de la explotación animal. Más bien, nos sentimos iguales al resto de animales no humanos, con los mismos derechos básicos. Lo que hagan las demás personas, no es que nos resulte indiferente, pero no pasamos a denigrarlos ni despreciarlos, entre otras cosas, porque la mayoría siguen siendo nuestros amigos y nuestros familiares. (min 10:57) Seguidamente nos da una lección sobre «comunicación estratégica», afirmando que es una cuestión de equilibrio. Hace énfasis en que lo peor que puedes hacer es unirte a la policía vegana o a esos grupos veganos «extremos» (la palabra es mía) de Facebook. No puedes «imponer» tus opiniones sobre otros, ni decirle a la gente cosas que no quieren escuchar. Si hablas sobre violación infantil o asesinatos sí que puedes ser enérgico, porque todos están en contra de eso. Si hablas sobre corridas de toros o el uso de pieles, sí que puedes enérgico, porque ya hay una gran parte de la población que lo rechaza. Pero si hablas de consumo de carne, tienes que ser más «cuidadoso». Lo ideal es que seas un comunicador «equilibrado» y que seduzcas a la gente con la comida para que así tengan una buena experiencia gustativa y estén más abiertos a tus argumentos. La verdad es que no sé si nos está hablando en serio o no. ¿Realmente pretende que esta es la forma adecuada de convertir a la gente al veganismo? ¿Invitarles a una cena vegana y no hablarles de veganismo, ni siquiera de explotación animal, no sea que se traumaticen? Sí, tenemos que ser amables, buenos y compasivos, tener un buen sentido del humor, ser tolerantes y no estar enojados todo el tiempo, ni odiar a la gente. Debe de ser que los que hablamos de veganismo desde un enfoque abolicionista hacemos todo lo contrario, y sin embargo, en mi experiencia, he encontrado que estos últimos son sin duda los más agradables, pacientes, comprensivos y sobre todo, informativos, que he encontrado. Yo quiero ser miembro de la policía vegana, pero aún no sé dónde está la Academia esa de la que algunos hablan… Según Leenaert no tiene sentido discutir con la gente sobre Derechos Animales, es mejor hablar sobre información práctica como recetas veganas y volverles a mostrar lo guays que somos los veganos para que así por arte de magia los no veganos quieran ser tan guays como nosotros. Y claro, tienes que adaptarte al nivel de educación de tu interlocutor. Si estás hablando con un ministro de Salud, como sin duda nos pasa a todos nosotros diariamente, háblale de salud. Porque sin duda ni siquiera el ministro de Salud es capaz de entender que el veganismo es una cuestión de ética básica. Lo más curioso es que luego mencione que hay algunos veganos que quieren un club vegano en lugar de un mundo vegano, cuando lo que me transmite a lo largo de esta charla es que él es el único que entiende qué es el veganismo pero no va a hablar a nadie de veganismo a no ser que antes demuestre tener el deseo de ser tan guay como él. Si él siente que no tienes la capacidad intelectual suficiente ni te interesa el veganismo, te va a dar unas ricas croquetas veganas y luego te va a echar de su casa. Aunque eso sí, aceptará cualquier postre que le lleves hecho con huevos y lácteos, por no ser descortés contigo y para que no pienses que él es un vegano extremista de esos. Es difícil encontrar argumentos más absurdos. (min 22:16) Otra parte muy esclarecedora de la conferencia es cuando Leenaert afirma que ni siquiera está necesariamente de acuerdo con que el veganismo tenga que ser la meta final. ¡Ah, bien! ¿Pero no estábamos hablando de hacer un mundo vegano? ¿En qué quedamos? Aaahh… ni siquiera podemos expresar abiertamente cuál es nuestro objetivo porque eso es como decirle a una mujer que queremos llevarla a la cama. Tenemos que seducir a la gente para que cambien su vida, y ayudarles a dar el primer paso, porque claro (añado yo), hacerse vegano es terriblemente complicado. No, la verdad es que hacerse vegano no es nada complicado, y mareando la perdiz no vamos a conseguir que más gente se haga vegana. Tenemos que ser claros con nuestro mensaje, y tenemos que dejar claro que estamos hablando de los derechos de los animales no humanos. Esto no va de ligar con alguien, y no se trata de ser simpáticos para que no nos odien. Se trata de los animales no humanos, no de nosotros. Una vez más, Leenaert no parece haber entendido nada. (min 25:45) Pregunta: «¿Queremos un club de veganos o un mundo vegano? No es realmente una pregunta, por supuesto. Ustedes quieren un mundo vegano.» Exacto, nosotros los veganos queremos un mundo vegano. Lo que no sabemos es qué quiere Leenaert, si en vez de hablar de veganismo a la gente quiere que le hablemos de reducir el consumo de carne, como si eso fuera a suponer alguna diferencia. Aquí vuelve a utilizar ridículos argumentos como el de que los veganos vamos exigiendo un «carnet vegano» a los que quieren ser veganos, otra de sus fantasías como la de la policía vegana. En otras ocasiones se empeña en retratar a los veganos como personas locas y gritonas que van montando escándalos en restaurantes porque le pusieron queso en su plato. Lo único que hace es difundir estereotipos que no tienen nada que ver con la realidad. A estas alturas me molesta realmente su insistencia en considerarse parte del movimiento del veganismo. No es sorprendente que le hayan llamado «antivegano», porque no, vegano desde luego no es. Un vegano no hace excepciones por cuestiones de conveniencia, porque, una vez más, lo que importan son los animales no humanos, no nosotros, y no podemos dar una imagen de inconsistencia. Pero claro, para él es más importante que no nos vean como «extremistas», porque no entiende que las posturas éticas tienen que ser extremistas. (min 31:50) Afirma que no debemos prestar atención a los números E de las listas de ingredientes, porque si hay alguno de procedencia animal, esas mínimas cantidades de ingredientes animales no importan. Claro, puede que no importen a un vegetariano como él (porque ni siquiera podemos llamarlo flexivegano), alguien a quien no le importa la base moral del veganismo, porque según lo que viene diciendo en toda la conferencia, es todo cuestión de imagen, y él está siendo consistente con su propio objetivo, que es reducir el sufrimiento de los animales. ¿Cómo? ¿Pero no decía que era vegano? ¿O es reducetariano? ¿O es bienestarista? ¿Si matamos a un cerdo sin causarle sufrimiento, a él no le importaría comérselo? ¿En qué quedamos? Afirma que no quiere ser fiel a la definición del veganismo, sino a la reducción de sufrimiento. Entonces, ¿por qué te llamas vegano? Todo queda muy bien explicado cuando nos recuerda que vive del negocio de «cambiar los corazones y las mentes» de las personas, y les está vendiendo un mensaje. Es decir, que no tiene ninguna vergüenza al afirmar que vive de la compasión que otras personas muestran hacia los animales, de sus donaciones. En definitiva, está utilizando el veganismo como una forma de lucrarse a expensas de los animales no humanos. No le interesa acabar con la explotación, sino reducir el sufrimiento. Tobias Leenaert, como muchos otros directivos de organizaciones supuestamente vegetarianas y veganas, es un usurpador del movimiento del veganismo. Y sí, lo escribo con todas las letras. Ellos lo llaman «ser pragmáticos». Pero no os dejéis engañar: en realidad quieren decir que son pragmáticos para alcanzar sus propios objetivos. Los animales no humanos les importan un bledo. En realidad, son unos usurpadores del veganismo. Después de escuchar esta conferencia (y casi morir en el intento), me puse a investigar más. Lo primero que descubrí fue su página web, donde se llama a sí mismo «el estratega vegano», como ya mencioné más arriba. Ahí ya deja claro que el profesor Gary L. Francione no le cae muy bien, como era de esperar. Le llama purista a pesar de reconocer en los comentarios que ni siquiera se ha leído sus libros. Después me alegró comprobar que no soy la única que piensa que Leenaert es un impostor. Lo bueno de ir unos años por detrás de los países anglosajones es que observando lo que está ocurriendo fuera de nuestras fronteras es fácil predecir lo que pasará en España. La parte mala es que aquí las voces críticas son casi inexistentes y una gran mayoría de veganos se tragan todas estas mentiras sin cuestionar nada. Leenaert se llama a sí mismo «el estratega vegano», pero sus detractores le llaman «el estratega antivegano». Son perfectamente conscientes de que Leenaert es en realidad un reducetariano, y además demuestra ser incapaz de dar respuestas coherentes cuando le preguntan si esta estrategia no animará a la gente a cambiar de un producto animal a otro en lugar de hacerse veganos, aumentando de esta forma el sufrimiento animal en lugar de disminuirlo. El sociólogo y activista Roger Yates lo pone en evidencia en su blog: «Michael Dello-lacovo ha dicho en un podcast previo sobre reducetarianismo que tenía algunas reservas sobre si este enfoque reducetariano podría alentar a la gente a simplemente cambiar de un producto animal a otro y, dependiendo de las circunstancias (de “carne roja” a comer pollo, o huevos de gallina, por ejemplo), podría aumentar el sufrimiento animal. Por si alguien tiene duda, lo único que sabemos es que no hay datos para saber qué medidas son eficaces y cuáles no. Todo se basa en especulación. Y si utilizamos un poco la lógica, claramente el reducetarianismo no lleva a ninguna parte, si lo que queremos es abolir la explotación animal en el futuro. Sobre todo si ni siquiera los que lo promulgan son veganos. Por último, en la charla ya hemos visto que el fin último de Leenaert no es necesariamente el veganismo. Pero además, tiene la caradura de querer redefinir el veganismo a su conveniencia: «No estoy diciendo que deberíamos evitar hablar de veganismo, pero me pregunto, si hablamos de veganismo, cómo deberíamos definir veganismo. Yo estoy a favor de definirlo de una forma, o de mantener un concepto que sea algo menos rígido de lo que la mayoría de la gente lo define, y creo que eso beneficiaría grandemente al número de veganos que consigamos. Sostengo que el 100% de consistencia es improductiva y redundante —no es necesaria.» En este otro vídeo vemos cómo intenta reducir la definición de veganismo a una simple dieta, ya ni tan siquiera un «estilo de vida» como a muchos les gusta expresarlo, ya que eso supondría un cambio en demasiados hábitos de la persona a la que nos dirigimos y esto podría asustarla. Sus argumentos son los más ridículos que me he encontrado hasta ahora. No puedo comprender cómo algunas personas pueden afirmar que «a este hombre hay que escucharlo». Creo que con toda esta información podéis sacar vuestras propias conclusiones. Mi opinión es que no podemos permitir que este tipo de personajes se apropien del veganismo y lo utilicen para su beneficio. Estos sí que hacen verdadero daño al movimiento. No acudáis a sus conferencias, no compréis sus libros, no les deis publicidad, sed críticos, y no lo olvidéis: El único veganismo válido es el abolicionista.
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«El veganismo es en verdad la afirmación de que en donde haya amor la explotación debe desaparecer.»
- Leslie Cross, vicepresidente de la Vegan Society, 1951. Autora
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