Llevo apenas dos meses tomándome en serio esto del activismo vegano y ya me he dado cuenta de que uno de nuestros principales enemigos es el bienestarismo. La Asociación Nacional en Defensa de los Animales va a ceder su logo para certificar que una empresa supera lo máximo exigido por la ley. De esta forma se sigue obviando que el principal problema aquí no son las condiciones en las que los animales son criados para consumo humano, sino el mero hecho de utilizarlos en nuestro beneficio. Hoy disecciono un artículo que defiende el bienestarismo como medida para paliar el sufrimiento de los animales y que trata de evadir la responsabilidad que todos tenemos en la perpetuación de conductas morales inaceptables. La verdad es que siento mucha tristeza al ser testigo de lo que está ocurriendo. Hasta hace muy poco realmente pensaba que contaba con aliados en el ámbito de la protección animal, en asociaciones que fomentan la adopción de animales de compañía o en personas preocupadas por el trato que se les da a los animales de granja. Resulta que para ellos el veganismo es exactamente lo mismo que para el resto de personas no veganas: una posición extremista, radical y en muchos casos irrespetuosa que aleja a las personas animalistas en lugar de atraerlas. Artículos como el que hoy analizo son la prueba de que en realidad es todo lo contrario: en los comentarios que ha recibido ese artículo se ve claramente dónde está el respeto y dónde no. Los argumentos también escasean bastante entre los que defienden el bienestar animal sin adoptar el único estilo de vida que realmente necesitan los animales: el veganismo. Artículo completo: El trabajo sucio, por Melisa Tuya. Hoy me voy a meter en un tupido jardín, soy consciente. Bueno, la verdad es que de momento no parece que ese jardín sea muy tupido. La gran mayoría de los que han leído el artículo aprueban lo dicho por la autora, ya sean vegetarianos que creen que hacen algo por los animales, o ganaderos que están encantados con el concepto de bienestar animal, el cual les permite seguir explotando animales y ganar dinero con el sufrimiento de seres vivos sin sentirse mal. Vaya por delante que soy vegetariana, no vegana. Hace ya unos cuantos años que no como carne, sí huevos y leche, y procuro comprar huevos del 0 o el 1 (mejor aún si son de las gallinas de mi tía) y busco cuando es posible lácteos de pequeños productores ecológicos. Esta parte del texto me hace sospechar que en realidad el propósito principal del artículo no es defender el bienestar animal, sino criticar directamente el veganismo, ya que sabe que una buena parte de los veganos van a criticar su postura y ya está preparando su defensa ante la reacción que espera. El otro día, cuando estuve discutiendo con dos veterinarias muy simpáticas, las dos pusieron de manifiesto cosas parecidas, como que un miembro de su familia era vegano. Ahora, la autora de este artículo, Melisa Tuya, afirma que en su familia todos comen carne menos ella y que no trata de imponer nada a nadie. Esto hace que me pregunte qué visión distorsionada tiene la gente de los veganos, tal vez piensan que mi vida es diferente a la suya. Pues no, veamos: yo soy vegana desde hace unos dos años. Mi pareja es vegetariana. Hace cuatro o cinco años, yo era vegetariana. Él comía de todo, incluso carne. Hemos ido cambiando, cada uno en su propio ritmo, según nos íbamos haciendo menos tolerantes a la realidad que nos rodea. Yo no obligué a mi pareja a dejar de comer carne, de hecho era yo la que le preparaba los filetes de pavo a pesar de ser vegetariana. Tampoco me he dedicado a adoctrinarle. Es él mismo el que llegó a la decisión de no comer carne (por cuestiones de salud, no éticas), y poco a poco se está dando cuenta de que debe hacerse vegano (por cuestiones éticas). Todos los demás en mi familia comen carne. No nos hemos distanciado por eso. No han tenido que llamar a la policía porque yo haya sido abducida por otros veganos. No me he metido en ninguna secta. No vivo en un monasterio y salgo de él solo para predicar y convertir a los que no son veganos. Vivo en la misma sociedad que tú, Melisa. Veo los mismos comportamientos, tengo la misma disponibilidad a bienes y servicios, vamos a comprar a los mismos supermercados. Los veganos no nos encontramos con burlas o incomprensión por tratar de imponer nada. Lo único que nos diferencia es un poco más de concienciación y un poco más de coherencia entre nuestros pensamientos y nuestras acciones. No nos hemos convertido en unos intolerantes con todo el que no sea vegano. Nos hemos convertido en unos intolerantes con todo tipo de violencia animal, que es distinto. Mi vida ahora transcurre en un entorno urbano, pero lo rural no me es en absoluto ajeno. Lo mejor de mi infancia transcurrió en la Asturias ganadera, entre fabes, manzanas y tomates. También entre vacas, gallinas y conejos que vivían bien atendidos y morían para alimentar al ser humano, en un modelo de producción propio de antaño que ya hace treinta años se veía que iba a durar poco o que, como poco, iba a tenerlo muy difícil para sobrevivir. Un modelo que no era en absoluto perfecto en cuanto a bienestar animal y sí susceptible de mejorar. Como absolutamente todo en este mundo. Llegamos a la primera de las inconsistencias del artículo, o más bien, una de las primeras muestras de disonancia cognitiva propias de los no veganos. Por muy bien atendidos que estén vacas, gallinas y conejos, tú misma dices que mueren para alimentar al ser humano. Desde el veganismo propugnamos que utilizar a cualquier animal no humano en nuestro beneficio no es moralmente aceptable en una sociedad avanzada como la nuestra. No puedes hablar de bienestar animal mientras sigas utilizando a esos animales para alimentarte, provocando su muerte cuando al ganadero le apetece, sabiendo que un animal es un ser sintiente que quiere vivir. Podría incluso llegar a entender que siendo vegana me dijeras que hay que estar a favor del bienestarismo, porque al menos así la vida de los animales que tanto nos importan a ti y a mí sería algo menos miserable. Y mientras, podemos seguir promoviendo el veganismo como fin último al que debemos dirigirnos. Pero al principio has dejado bien claro que eres vegetariana, no vegana, y con eso ya me lo dices todo. ¿Te gustan los animales? Sí, algunos. Sin embargo, no me puedes decir que te importen todos los animales, mientras que con tus acciones promueves que los animales sigan siendo objeto de explotación. No puedes estar en contra del maltrato animal y al mismo tiempo permitir o participar de alguna manera de su muerte. Piénsalo por un momento: según lo que dices, en los tiempos de esclavitud te habrías puesto del lado de los sureños, ¿no es así? Habrías estado a favor de una ley que regulase el trato de los esclavos negros siempre y cuando esa ley te permitiera seguir explotándolos para tu beneficio, seguir decidiendo sobre su libertad y cómo han de vivir y morir, sin reconocer su propio derecho a decidir. Dirías que no estás haciendo nada malo, porque los tratas según dice la ley, sin pararte ni un momento a pensar que lo que está mal es obviar sus derechos humanos y privarlos de libertad. En lugar de luchar por la abolición de la esclavitud, habrías luchado por seguir utilizándolos como mano de obra barata. Si esa es tu forma de pensar, a mí no me queda otra que aceptarla (porque respetarla, no, no la respeto). Pero luego no me digas que te importan los animales o que estás en contra del maltrato animal, porque ambas posturas son incompatibles. No voy a entrar tampoco hoy sobre la ética de comer o no animales, sobre las ventajas para la salud de reducir la proteína animal en la dieta o sobre las distintas implicaciones del incremento global en la producción de carne que estamos experimentando. Claro que no vas a entrar a debatir sobre la ética, porque eres perfectamente consciente de que la producción animal es éticamente inaceptable e insostenible desde varios puntos de vista, como el ambiental o el de la salud. Sabes que el veganismo se basa justamente en el principio ético de que no debemos explotar a los animales. Al menos, dijiste bien al principio: eres vegetariana, no vegana. No comes carne, pero no es por razones éticas. Dices que defiendes a los animales porque te preocupa su bienestar. No, posiblemente te importa la vida de tus perros. La de los demás animales no tanto porque puedes vivir perfectamente sin hacerles daño y sin embargo optas por seguir consumiendo leche y huevos. Supongo que alguien como tú es perfectamente consciente de que la industria láctea es la que suple de terneros a la industria cárnica, y aún así eliges seguir haciéndolo. Sin consumir carne no arreglas nada. Para ti hay cosas más importantes que los animales, que, por cierto, también tratas como cosas. No quiero que te hagas vegana de la noche a la mañana, Melisa, porque soy realista y eso sería esperar demasiado. Sí espero que al menos llames a las cosas por su nombre. Voy a conformarme con quedarme a ras de suelo, y espero que lo entendáis y perdonéis por ello, lanzando algunas reflexiones que ojalá abran un debate constructivo. Reflexiones muy personales, escritas con humildad y sabiendo que no tengo porqué estar en posesión de la verdad absoluta. Sí, no dudo que sea con humildad, pero entiendo que estas indirectas van dirigidas a esos veganos extremistas y radicales, con muchos pajaritos en la cabeza, que pretenden cambiar el mundo de la noche a la mañana. Esos que dicen tener la verdad absoluta y van dando lecciones de moralidad a la gente. No, no te engañes. El problema no somos los veganos. Los veganos somos para vosotros la personificación de la voz de vuestra consciencia, esa que os dice que no habléis de ética porque si lo hacéis no tendréis justificación. Espero que lo del debate constructivo sea verdad, de momento solo he visto que respondes a los que piensan igual que tú e ignoras al resto. La mayoría de la población no va a elegir la opción vegetariana o vegana de la noche a la mañana, por mucho que vegetarianismo y veganismo haya experimentando un aumento exponencial en los últimos años. Y no me atrevo a afirmar que no estén en su derecho ni que sean peores personas que los que ya no consumen productos animales. La bondad o la maldad es algo más mucho más complejo. En este párrafo sigues aludiendo a actitudes inexistentes que por lo que dices crees que son propias de veganos, esos que van por ahí juzgando a los no veganos. Si fueras vegana sabrías que precisamente los veganos no juzgamos a las personas. Lo que juzgamos son actitudes que consideramos injustificables desde el punto de vista moral, como lo es la explotación de animales. Consideramos que esas conductas deben desaparecer, y cuanto antes lo hagan, mejor, porque así evitaremos la muerte de mayor número de animales. En efecto, no estamos hablando de bondad o maldad, porque el veganismo no es una religión. Los veganos no somos perfectos. Como cualquier otra persona podemos estar a favor o en contra de otras formas de discriminación, pero hoy estamos hablando de veganismo, que se basa fundamentalmente en el principio de no violencia que por lo general se acaba extendiendo a todos los seres sintientes, incluidos los humanos. Es raro encontrar un vegano que no sea sensible a otras formas de discriminación. En cambio, es frecuente encontrar actitudes discriminatorias entre los no veganos. Un ejemplo reciente lo tienes en el programa de Salvados. Ni a los empresarios ni a los consumidores parece preocuparles mucho ni las personas ni los cerdos. A unos les preocupa ganar dinero y a otros la salud. Y con medidas bienestaristas apoyas a ambos. Además, que la población no vaya a hacerse vegetariana o vegana de un día para otro, no te exime a ti, como persona individual, de asumir tu propia responsabilidad y trabajar de verdad para eliminar toda forma de explotación animal, algo que se hace únicamente a través del veganismo. Creo que si queremos que los demás adopten un estilo de vida que respete la vida de los animales, debemos empezar por dar ejemplo nosotros mismos. Se van a seguir produciendo (palabra con connotaciones no muy agradables, lo sé) animales para satisfacer el consumo humano en un número elevadísimo y es algo que creo que convendría reducir pero que va a ser imposible detener. No se puede parar de golpe a un tren que viene a toda velocidad poniéndote en medio de la vía. Tampoco, siendo realista, creo que sea un tren que jamás se vaya a detener del todo. No, no es que convenga reducirlo, es que debe desaparecer. Y cuanto antes nos pongamos a ello, mejor. Me imagino que este mismo razonamiento habrían seguido los partidarios de la esclavitud hace trescientos años, por volver al mismo ejemplo. «Esto no va a desaparecer de la noche a la mañana, así que sigamos haciéndolo». Siento decirte que esto no justifica que sigas consumiendo productos de origen animal, cuando ahora mismo puedes adoptar un estilo de vida vegano sin perjuicios para tu salud y que es todo beneficio para los animales. ¿Que no desaparecerá del todo? Pues sí, lamentablemente hoy en día siguen existiendo formas de esclavitud humana, pero al menos están prohibidas, no son permitidas, por la ley. La esclavitud animal empezará a desaparecer cuando más y más personas sean veganas y se hagan plenamente conscientes de que sus acciones pueden cambiar el mundo. Precisamente las personas soñadoras, no las conformistas, son las que acaban cambiando la sociedad. Si todos aceptáramos sin más las leyes que promueven el bienestar pero no erradican el problema de fondo, aún tendríamos esclavos en nuestras casas. Eso sí, muy bien tratados. Por tanto, apelando al realismo de nuevo (sí, eso que impide a veces volar, bien lo sé), es una prioridad que esos animales estén en las mejores condiciones posibles durante su cría y sacrificio. Es algo que hay que exigir a los productores, que podrían ser más proactivos y menos opacos. No. La prioridad es fomentar el veganismo, decirle a la gente que lo más efectivo que puede hacer para evitar la explotación y la consiguiente agresión contra los animales es hacerse vegano. No hay que exigir nada a los productores, excepto que dejen de explotar y matar animales. Lo que hay que hacer es exigir opciones veganas en cada establecimiento que pisemos, exigir que se produzcan alimentos sin un ápice de sufrimiento animal, lo que implica que no sean explotados ni asesinados por ninguna razón para satisfacer alguna de nuestras necesidades. Hay que hacerles ver a los ganaderos que su negocio solo va a sufrir pérdidas en los próximos años, como ya está pasando en algunos sectores, y que dirijan sus esfuerzos a cambiar su modelo de negocio a uno que no implique explotar animales. Si hay oferta, es porque hay demanda. El día que haya más consumidores veganos que consumidores de carne viviendo con la ilusión de que las vacas están mejor tratadas que nunca, entonces se dejará de producir carne y acabará el maltrato animal. Si realmente estás en contra de la violencia contra los animales, tienes que dirigir tus esfuerzos hacia el veganismo, no hacia políticas de bienestarismo que no atacan la raíz del problema. También a los consumidores, que tienen en su mano apoyar con su compra a los ganaderos con mejores prácticas y exigir un etiquetado más claro. Una mayoría de la población ya se ha mostrado partidaria en distintas encuestas a comprar productos en los que el bienestar animal prime, incluso pagando más por ello. Por supuesto, también hay que demandar que se ponga las pilas en este sentido a la administración pública, además de a los distribuidores y comercializadores. Si los consumidores pagan más por ese tipo de productos, lo único que conseguiremos es que siga existiendo la industria cárnica y láctea. Lo único que conseguiremos es que millones de animales sean criados solo porque a nosotros nos conviene, que sigan siendo explotados, que sigan siendo maltratados, porque no hay manera de garantizar que se cumplan las leyes de bienestar animal en todas las granjas, y que sigan siendo asesinados, lo que ya de por sí es maltrato animal, aunque por alguna razón los bienestaristas no sean capaces de verlo. A los consumidores se les puede educar en el respeto a TODOS los animales, no solo perros y gatos. Se les puede decir que no necesitan para nada consumir alimentos de origen animal, ni tan siquiera lácteos ni huevos. Te recuerdo además que a la Administración no le interesa para nada promover este respeto, puesto que hay asociaciones de médicos que apoyan descaradamente a ciertas empresas del sector cárnico y lácteo, como bien denuncian algunos dietistas-nutricionistas de nuestro país. Lo que ocurre es, simplemente, que los intereses económicos de todo un país dependen demasiado de la industria alimentaria como para promover lo que es éticamente correcto, y todos los bienestaristas no hacen ningún bien a los animales apoyando estas iniciativas. Eso no quita que, apoyados por expertos independientes y estudios rigurosos, divulguemos en paralelo la importancia de una dieta equilibrada en la que haya mayor peso de los productos vegetales. Es una cuestión de salud pública. Tampoco que denunciemos los desmanes que se puedan producir (que se producen y producirán) en el trato a los animales. Claro que es una cuestión de salud pública. No de ética. Por eso no podéis ni tan siquiera considerar por un segundo que la mejor opción para todos, incluidos los animales, es el veganismo. Porque por mucho que pensáis que estáis protegiendo a los animales, en realidad lo que más os importa es vuestra salud y el beneficio de la especie humana. Sois totalmente inconscientes (no sé si voluntariamente o no) de que la vuestra es un actitud totalmente especista y que los animales son secundarios para vosotros, no como los ganaderos. Sin embargo, la única opción válida para acabar con todo tipo de violencia animal es el veganismo. Volvamos a los que producen animales, leche y huevos que una mayoría de la población devora. Incluso aquellos que mejor lo están intentando hacer, se sienten con frecuencia en el punto de mira, blanco de ataques contra un modelo de negocio que, aunque pueda doler, es legítimo y están en su derecho de ejercer. Esta es la raíz del problema. No, no están en su derecho de ejercer una actividad que trata como cosas a animales sintientes. Lo que ocurre es que es legal. Si alguien ve que una persona no está en su derecho de ejercer violencia contra un perro, un toro, un niño o una mujer, ¿por qué no ve que tampoco está en su derecho de criar vacas o cerdos con el único propósito de asesinarlos, vender su carne o sus secreciones, y obtener un beneficio económico con ello? ¿Por qué tenemos que seguir defendiendo estas prácticas si realmente estamos en contra de la violencia animal? Que tu modo de vida esté vinculado con la muerte de los animales no es bonito se mire cómo se mire, pero lo que están haciendo es el trabajo sucio de los que agarran el brick de leche, la caja de huevos, la bandeja de carne del súper o las alitas del mercado sin pensar más allá, o lo que es peor, pensando pero apartando la conciencia en un rincón. Bien, pues si no queremos que nadie les haga el trabajo sucio a otras personas, eduquemos a la gente para que se hagan veganos, no para que sigan consumiendo productos de origen animal como si eso fuera moralmente aceptable. Si alguien tiene realmente problemas de conciencia dedicándose a la industria cárnica, buscará otra salida. Lo que hace falta es VOLUNTAD para dar fin a una práctica inaceptable. Facilitarles la transición a otro tipo de negocio también sería una buena medida. El problema es que esperar a que la Administración mueva un dedo por seres sintientes que legalmente son considerados cosas, eso sí que es irrealista. Por eso somos los veganos los que nos tenemos que mover. Hay ya muchos granjeros que se han hecho veganos y ahora producen leches vegetales en vez de explotar vacas. Y si es el consumidor el que tiene problemas de conciencia, dejará de hacerlo en cuanto sepa que se puede ser vegano, que no es algo propio de soñadores. Lo que no ayuda es apoyar las campañas de bienestarismo para precisamente tranquilizar las conciencias de personas que podrían cambiar su estilo de vida a una que no requiere la matanza de millones de animales cada año. Por supuesto que hay mierda debajo de todas las alfombras. No soy una ingenua. Y los primeros interesados en limpiarla deberían ser los que viven en la casa en la que esa alfombra se encuentra. Por el bien de los animales, lo único que podemos hacer es abrazar el veganismo y promover el principio ético que hay detrás de este movimiento. Evitar hablar de ética y afirmar que los veganos somos poco realistas es tirar piedras sobre tu propio tejado, si es que de verdad eres una defensora de los animales.
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«El veganismo es en verdad la afirmación de que en donde haya amor la explotación debe desaparecer.»
- Leslie Cross, vicepresidente de la Vegan Society, 1951. Autora
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