En mis incursiones por las redes sociales es frecuente encontrarme con gente que pregunta (con o sin ironía): «¿Y qué debo hacer para ser un buen vegano?» Por si hay dudas, aclaro desde ya que no, no creo que haya «buenos» y «malos» veganos. No existen «carnets veganos» ni «policía vegana», estos son solo términos inventados por personas que se sienten juzgadas cuando les haces una crítica constructiva. Es obvio que ninguno de nosotros es perfecto. Pero si somos veganos y hemos decidido hablar de veganismo, considero fundamental que lo hagamos con conciencia y responsabilidad. Por ello he cambiado la pregunta inicial, «¿Qué debo hacer para ser un buen vegano?» por una que se adapta mejor a la problemática que tratamos hoy: «¿Qué debo hacer para ser un buen vegano activista?» Es más fácil de lo que parece, pero hay que informarse un poco. Espero que esta entrada (bueno, en realidad dos) sirva para dar una herramienta más a veganos activistas, para que así puedan responder rápidamente a esa pregunta un tanto filosófica con la que sin duda se enfrentarán tarde o temprano. A pesar de que hoy elijo un tono coloquial y utilizo un poco de humor, este artículo nace del desconcierto y la frustración. Antes de escribirlo he utilizado un buscador para saber si alguien más aparte de mí ha confeccionado alguna vez un Decálogo del Vegano Activista. Los resultados me han hecho convencerme aún más de la necesidad de escribirlo. En primer lugar, aparecía un «decálogo vegano» en un blog escrito por una vegana que aparentemente es muy romántico pero poco serio. En segundo lugar, un trabajo titulado «Perfil del vegano/a activista de liberación animal en España» publicado en 2012 en la revista Reis (Revista Española de Investigaciones Sociológicas). Recomiendo su lectura porque dice algunas cosas interesantes, pero se aleja del propósito que nos ocupa. En tercer lugar, un «decálogo del vegano» que cuesta leer hasta el final tanto por la forma como por el contenido. En cuarto lugar, un «decálogo nutricional para deportistas veganos». No, no hablo de dietas hoy. El veganismo no es una dieta, eso ya lo deberíamos saber todos. El resto de resultados ya empeoran aún más. Ante todo, he de dejar claro (sobre todo para los no veganos que por casualidad lleguen a este blog y aún no lo sepan) que el veganismo no es una religión. Si así fuera, habría titulado esta entrada «Los Diez Mandamientos del Veganismo», «Las Tablas de la Ley Vegana según Seitán» o algo así. No. En este caso, la palabra «decálogo» corresponde a la segunda acepción del término según el diccionario de la RAE: «Conjunto de normas o consejos que, aunque no sean diez, son básicos para el desarrollo de cualquier actividad.» Por cierto, tampoco somos una secta. No adoramos a nadie en particular, aunque a algunos les guste calificarnos como «francionistas» porque estamos a favor de la abolición de la esclavitud animal. Y tampoco nos gusta ir por ahí «predicando», aunque algunos nos acusen de ir «evangelizando» a la población porque utilizamos términos como «animal no humano» y/o convirtiendo a la gente al veganismo. En general somos personas bastante normales que pasamos desapercibidas. Eso sí, informamos a la gente sobre qué es el veganismo y cómo debemos promoverlo. Quizá haya algún vegano despistado embadurnándose de pintura roja y tumbándose desnudo junto a otros humanos para protestar contra la tauromaquia, pero ya adelanto que no, este no sería un buen vegano activista. Pero vayamos a la pregunta concreta: ¿En qué consiste ser un buen vegano activista? Estos diez puntos son los que yo considero básicos para poder decir que estás empezando a hacer bien las cosas. Abarcan tanto el veganismo como un principio ético que rige nuestras vidas, como el activismo que muchos de nosotros emprendemos, más o menos preparados para ello. Probablemente variarán según la persona y estoy abierta a mejorarlos e incluso ampliarlos con el tiempo, ya que llevo siendo activista poco tiempo y aún me queda mucho por aprender. Si tienes alguna sugerencia, déjamela en los comentarios. 1. Asegúrate de que realmente eres vegano antes de afirmar en público que eres vegano. Sí, puede parecer una perogrullada, pero mucha gente está confundida sobre qué es un vegano. Las definiciones que encuentras en los diccionarios no ayudan, por lo incompletas que son. Los medios de comunicación desinforman más que informan. Coloquialmente se entiende por vegano a cualquiera que ya no se alimente de cadáveres animales ni sus secreciones, pero en realidad eso es solo ser un vegetariano estricto o llevar una dieta integral basada en plantas (del inglés «whole plant-based diet»). Lo peor de todo es que muchas veces ni siquiera los propios veganos saben por qué son veganos. O, mejor dicho, se llaman a sí mismos «veganos» sin ni siquiera conocer en qué consiste el veganismo. Y luego ya están aquellos que les mola ir de proscritos, como Javier Guarascio, el creador de Dimensión Vegana, que se autodenomina conscientemente vegano sin serlo y se dedica a provocar a toda la comunidad vegana de verdad afirmando que come insectos porque sienten igual que un feto. Hay otros ejemplos, pero no tengo espacio para mencionarlos a todos. Voy a ser breve. Un vegano es todo aquel que comparte los principios y se adhiere a los objetivos de la Vegan Society, cuyo vicepresidente, Leslie Cross, en 1951, definía veganismo como «la doctrina de que el hombre debe vivir sin explotar a los animales». Además, afirmaba que «El objetivo de la Asociación debe ser terminar con la explotación de los animales por parte del hombre». Todo lo que se aleje de esta definición, ya no sería veganismo. Si quieres ampliar información sobre la historia del veganismo, algo que te aconsejo encarecidamente porque creo que es nuestro deber conocer los orígenes y la evolución del movimiento al que afirmamos pertenecer, lee esta serie de artículos publicados en el blog Filosofía Vegana. Por tanto, si por un casual no consumes ningún tipo de producto animal por cualquier otra razón distinta a que estás en contra de la explotación animal y deseas su abolición, admítelo, no eres vegano. Una vez que tengas claro que eres vegano, veamos cómo puedes ser un «mejor vegano». 2. Ten claro que la única razón por la que somos veganos es por respeto a las víctimas no humanas. Y sí, es una razón moral. Los animales no humanos son seres sintientes que poseen un valor inherente y creemos que sus intereses básicos son iguales a los nuestros. Por ello no debemos discriminarlos, no debemos tratarlos como cosas, sino como sujetos que poseen sus propios derechos. Si quieres profundizar sobre estas cuestiones, lee esta entrada del blog Filosofía Vegana. El veganismo tiene una base ética. Quizá por ello los veganos somos como la peste para determinado tipo de personas que no quieren ni oír hablar de ética porque saben que tienen todas las de perder y que sus argumentos no tienen ningún peso. Estas personas han sido adoctrinadas desde la infancia para creer que son superiores al resto de animales y que estos han nacido para satisfacer sus necesidades. Los veganos nos diferenciamos de ellos en que hemos despertado y luchamos por expulsar el prejuicio especista de nuestras mentes. Los veganos creemos que los humanos debemos vivir sin explotar a los no humanos, y todas nuestras acciones van dirigidas a minimizar, y en un futuro, abolir, todo tipo de explotación animal. No lo hacemos por nosotros, sino por las víctimas. Sé por experiencia que este cambio de perspectiva es esencial para ser un buen vegano activista. Yo dejé de comer carne porque no me apetecía recordar a los perros muertos que diseccionaba en clases de Anatomía. No había nada vegano ahí, ahora lo sé. Durante los años que fui vegetariana, tampoco hubo nada de veganismo ahí. Y cuando por fin dejé los lácteos y los huevos, me llevó un tiempo racionalizar en mi mente por qué me había hecho vegetariana estricta. ¿Era para sentirme menos culpable, para no ser causante de tanto sufrimiento? ¿O lo hacía realmente porque quería acabar con la explotación animal en la Tierra? Mientras estés preocupado por tu salud, por tus sentimientos, por lo que dirá tu familia, por tu reputación en el ámbito profesional, por el aislamiento social y las críticas que vas a sufrir, por no poder ir a comer al 95% de los restaurantes de tu zona, o por inflar tu ego acudiendo a todas las manifestaciones animalistas que puedas, no serás un buen vegano. Una vez que te importan de verdad las víctimas, comprendes que tus acciones han de ser realmente eficaces, porque está en juego la vida de muchos seres. Para darte cuenta de qué acciones son eficaces y cuáles no, necesitas informarte adecuadamente antes. Quizá esta es la razón por la que el activismo educacional escasea: informarte requiere un esfuerzo intelectual extra. 3. Fórmate antes de comenzar a hacer activismo vegano. Más que nada, esto es por saber de lo que hablas y no generar más confusión en un mundillo en el que nos sobra confusión. Yo he estado callada durante dos años porque no tenía nada bueno que decir. He empezado a formarme hace unos meses y aún me queda mucho camino por recorrer. Pero si no sé presentar buenos argumentos ante las excusas que nos presentan los no veganos, mejor me callo antes que decir nada inadecuado, porque eso perjudica al movimiento. Soy consciente de que una discusión con un no vegano no es una lucha de egos a ver quién tiene la razón, sino una excelente oportunidad de convencer a alguien de que cambie sus hábitos en base a un principio moral, para que así haya menos víctimas. Si yo fracaso, las cosas seguirán igual (o peor). Creo que hacer activismo conlleva un importante grado de responsabilidad. Nadie nos obliga a ser activistas, pero si vas a responder a alguien, ya sea en la calle, a un familiar o en una red social, esto ya es una forma de activismo, y no nos lo podemos tomar a la ligera. Por eso es fundamental aprender de otros activistas, ser humildes, reconocer nuestros errores, y estar dispuestos a cambiar en cuanto nos demos cuenta de que algo que hacíamos con toda buena intención, en realidad perjudica a las víctimas. Esto es lo que nos diferencia (o debería diferenciar) a los veganos de los animalistas. Muchos animalistas se dejan llevar por sus sentimientos. A los veganos nos duele igual ser testigos de la violencia ejercida sobre los animales, pero hacemos uso de nuestro raciocinio y comprendemos que si queremos cambiar las cosas debemos utilizar las herramientas adecuadas. Entrar furtivamente en granjas porcinas y grabar hechos que ya todo el mundo puede imaginarse es mucho menos útil que dedicarse al activismo educacional. Lo triste es que muchos veganos, a causa de su falta de formación, se quedan en la etapa animalista y no avanzan más allá. 4. Jamás utilices la violencia para promover el veganismo, ni siquiera la verbal. Hablando de animalistas, es muy frecuente ver a estos lanzando improperios a diestro y siniestro cada vez que un camión con cerdos o elefantes tiene un accidente, cada vez que salta a los medios un caso de maltrato animal como el de la mujer que centrifugó a un gato en la lavadora y lo mató, o cada vez que una organización animalista saca imágenes obtenidas en sus investigaciones encubiertas. Es posible que algunos de estos animalistas se llamen a sí mismos veganos. Si realmente es así y están en contra de la explotación animal, no han entendido aún que el veganismo es un movimiento pacífico. Además, el respeto que pregonamos incluye a todos los animales, no solo los no humanos. Si eres un vegano que tiene este tipo de comportamiento, quizá deberías hacer un poco de autocrítica, porque probablemente muchos no veganos nos acusarán (con razón) de ser unos extremistas maleducados y agresivos y ni siquiera escucharán alguno de tus argumentos, si es que los tienes. No, es obvio que si haces esto, no estás siendo un buen vegano activista. 5. No utilices eufemismos. Cuando llames a las cosas por su nombre, sin duda muchas personas se van a sentir ofendidas, pero tú permanece tranquilo, porque no estás utilizando un lenguaje violento, sino refiriéndote a las acciones y a los objetos tal como son. Al habernos educado en una sociedad especista, nos han acostumbrado desde pequeños a cosas que son violentas por sí mismas, pero nos las han maquillado para que creamos que son aceptables. Así, en vez de «cadáver de animal asesinado», hablamos de «carne», simplemente. En lugar de hablar de «asesinato», hablamos de «sacrificio», como si esos animales hubieran entregado sus vidas voluntariamente para salvarnos de algo. En vez de «coagulado de sangre con especias embutido en las propias tripas de cerdo degollado y descuartizado», hablamos de «morcilla». Utilizar las palabras exactas de lo que están comiendo los no veganos sirve para hacerles despertar, es una forma de «electroshock». Por supuesto, no debemos quedarnos aquí, sino explicarles a continuación por qué utilizar a animales no humanos en nuestro beneficio no es aceptable moralmente. Tampoco te cortes a la hora de hablar de «holocausto» o «campos de concentración». Seguramente te va a caer una lluvia de insultos porque algunos piensan que los estás comparando con los nazis, y no, por supuesto, para ellos no es lo mismo porque consideran que pagar a otros para matar los animales que ellos se van a comer es una necesidad. Así de primeras se van a ofender bastante. Lo bueno es que existe infinidad de documentos gráficos que demuestran que la explotación animal intensiva es muchísimo peor que el Holocausto judío. Y aunque no lo hagan de inmediato, es posible que en el futuro se replanteen en serio avanzar hacia el veganismo. Si ya tienes claro estos cinco puntos, pasemos a la siguiente entrega del Decálogo del Vegano Activista.
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«El veganismo es en verdad la afirmación de que en donde haya amor la explotación debe desaparecer.»
- Leslie Cross, vicepresidente de la Vegan Society, 1951. Autora
Veterinaria y vegana. Una difícil combinación en los tiempos que corren. Libro
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