Encontré un artículo bastante interesante (y también penoso, ya adelanto) compartido en la página de Facebook Vegan Veterinary Network en el que se formula una interrogante que prácticamente yo también me hago a diario: «¿Por qué no hay más veterinarios veganos?» Lo he traducido para que todo el mundo pueda leerlo, y aunque al principio solo pensaba añadir unos pocos comentarios, al final me han asaltado mis instintos asesinos y he tenido que diseccionarlo entero cuan Jack el Destripador, porque me temo que mi respuesta a esa pregunta es un poco más radical que la de Karen Asp, la autora de dicho artículo. Artículo original (por Karen Asp): Why Aren’t More Veterinarians Vegan? Mis comentarios van en los bloques azules. Los veterinarios trabajan sin descanso para salvar las vidas de animales, la mayoría con animales de compañía. Día tras día, pasan largas horas cuidando perros y gatos y también otros animales de compañía, con frecuencia recurriendo a medidas heroicas para salvarlos. Bueno, en realidad tampoco es para tanto. Empezamos con la típica visión idealizada que tienen la mayoría de las personas ajenas a nuestra profesión. Un trabajo, que, al menos en mi país, es a menudo mal pagado y muy poco reconocido. Después de todo han hecho un juramento, creado por la Asociación Médica Veterinaria Americana (AVMA). Parte de él afirma: «Siendo admitido a esta profesión de medicina veterinaria, juro solemnemente utilizar mis habilidades y mi conocimiento científico para el beneficio de la sociedad a través del bienestar y la salud animal, la prevención y el alivio del sufrimiento animal, la conservación de los recursos animales, la promoción de la salud pública y el avance del conocimiento científico». En España tenemos la suerte o la desgracia de no tener que prestar ningún juramento al acabar la carrera, pero si tuviera que jurar algo así como vegana, simplemente no podría. Es una contradicción ser vegana y prometer que utilizarás tus habilidades «para la conservación de los recursos animales». O sea, te están diciendo que parte de tu obligación será seguir velando para que los animales sean considerados recursos. Esto ya hace que el artículo pierda todo el sentido porque con ese juramento, la pregunta ya no es por qué no hay más veterinarios veganos, sino cómo es que alguno se atreve a serlo, faltando a su deber y negándose a participar en una de las principales funciones de la veterinaria, que es ser cómplice de la explotación animal. Sin embargo, para muchos veterinarios, sus elecciones alimentarias no reflejan ese juramento, aun cuando no menciona a los animales de compañía. Aunque puede que no consuman gatos y perros, lo más probable es que consuman otras especies como vacas, pollos y cerdos. La ironía, por supuesto, es que estos animales tienen las mismas necesidades que los pacientes que tratan cada día. Esto es especismo en su máxima expresión, es decir, la creencia errónea de que algunas especies son más importantes que otras. Por supuesto, el especismo es un problema social, pero cuando aquellos que creen que comer algunos animales pero salvar a otros está bien son los mismos que han prometido proteger a los animales, la desconexión es asombrosa, y los profesionales veterinarios veganos están comenzando a alzar su voz sobre ello. «¿Por qué no hay más veterinarios que se pregunten por qué se comen a sus pacientes?», dice Ernie Ward, veterinario vegano de Calabash, North Carolina, y autor de The Clean Pet Food Revolution (La revolución del alimento limpio para mascotas), que se hizo vegano primero por su salud y después por los animales a causa de la pregunta que se acababa de hacer. «¿Por qué no hay más veterinarios veganos o al menos veterinarios con una opinión más fuerte sobre por qué está bien aplicar cualquier medida para salvar la vida de ciertas especies pero no de otras?» Responder a esa cuestión no es fácil y requiere un cambio en las escuelas de veterinaria y los veterinarios. La propia pregunta de «¿Por qué te comes a tus pacientes?» encierra una trampa debido a su mal planteamiento. De hecho, recuerdo el comentario de una veterinaria no vegana en mi página de Facebook negando que ella se comiera sus pacientes, porque obviamente, ella no come perros y gatos, como suele hacer la gente en la sociedad occidental, a diferencia de lo que ocurriría si viviese en China. Esta veterinaria no estaría faltando a la verdad técnicamente, si se dedicara a la clínica de pequeños animales. Lo que sí es cierto es que el problema subyacente es el especismo. Pero si estamos hablando de veganismo, como parece ser el caso en este artículo, no deberíamos reducir todo el asunto a qué comemos, porque como todos ya sabemos, el veganismo no es una dieta. La pregunta a formular sería más bien: «¿Por qué consideras que cada animal ha de tener una utilidad para el humano según su especie? ¿No tienen todos el mismo derecho a vivir su vida en paz y libertad, el derecho a no ser considerados recursos?» Otro error que veo es que un veterinario supuestamente vegano afirme que se hizo vegano primero por salud y luego por los animales. Esto ya me hace sospechar que el concepto de veganismo que maneja esta persona puede que no sea el correcto. Cómo las escuelas de veterinaria promueven el especismo. Los veterinarios no se diferencian de otros individuos en el sentido de que crecen en un mundo y probablemente en hogares en los que comer carne es normal. «No son menos inmunes a los mensajes profundamente arraigados en nuestra cultura con los que todos nosotros hemos crecido», dice Diana Laverdure-Dunetz, fundadora de Plant-Powered Dog y nutricionista canina vegana de Delray Beach, Florida. El problema es, sin embargo, que estas ideas a menudo son reforzadas cuando entran en la escuela veterinaria. «Existe cierta cultura en las escuelas de veterinaria», dice Ward. «Aunque muchos negarán esto, es un enfoque especista.» Ward describe que animales como gatos, perros, aves y caballos son categorizados como próximos a los humanos, lo que significa que se considera que tienen sentimientos y pueden sentir dolor. «Desde el día uno en la escuela de veterinaria, te enseñan a tratar a estos animales como si fueran pequeños humanos», dice. No es así para otros animales. En muchas escuelas, cuando los estudiantes de veterinaria hacen su rotación de grandes animales, aprendiendo sobre los animales que están en la cadena de producción alimentaria, la perspectiva cambia. «El lenguaje cambia y no te animan a decir cosas como “este animal está sufriendo”», dice, y añade que la presión de los compañeros hace difícil que hables. «Aunque estos animales son tan brillantes y afectuosos como los animales de compañía, se pide a los estudiantes de veterinaria que se hagan ciegos a su sufrimiento y sus necesidades emocionales.» Yo lo diría de forma algo más contundente. La veterinaria es la profesión más especista del mundo, eso es innegable, y el que lo niegue es que ya está tan adoctrinado que le es imposible distinguir la realidad de la ficción. No diría tanto en cuanto a comparar esas especies con los humanos. El antroponcentrismo hace eso imposible. Lo que ocurre es que damos a cada especie una utilidad distinta: hay perros y gatos de compañía, pero también hay perros de carreras, perros policía, perros guía o perros rescatadores; hay caballos de tiro o caballos de carrera (estos son especialmente valiosos, pero no porque tengan sentimientos, sino por el gran volumen de dinero que mueven); y muchas aves como loros, periquitos o canarios, también se consideran de compañía, aunque en el artículo parecen haber olvidado que dentro de las principales víctimas de la explotación tenemos a gallinas y pollos. No es tanto un problema de especismo sino del beneficio que queremos sacar de cada individuo que explotamos. Ese cambio en el lenguaje es incluso más aparente cuando miras los programas de las escuelas. En la Universidad de Purdue de West Lafayette, Indiana, por ejemplo, dos de sus planes relacionados con la alimentación están etiquetados como animales de abasto. «Cuando pones a los animales en categorías como esta, envías ciertos mensajes sobre cómo vemos y valoramos a estos animales, lo que se traduce en su cuidado,» dice Candace Croney, profesora de comportamiento animal y bienestar y directora del Centro para la Ciencia del Bienestar Animal de la Universidad de Purdue en West Lafayette, Indiana. En España la principal división es en «pequeños animales» y «grandes animales», y luego viene la utilidad. Podemos decir que un conejo es un pequeño animal, pero puede ser de abasto o de compañía, y eso es lo que determinará el trato que le demos. Un cerdo será de abasto la mayoría de las veces, a no ser que estemos hablando de un cerdo vietnamita. Un caballo es un animal grande, puede ser de tiro, de abasto, de carreras o un semental, o sea, un macho que lo vas a utilizar para la reproducción. En el ejemplo que ponen de la Universidad de Purdue, me pregunto qué etiqueta querrían ponerle a un animal que se considera comida. El valor de un animal no se lo ponen en la facultad, depende del valor que le dé su propietario, ya que legalmente un animal es simplemente una propiedad. Si estamos hablando de un ganadero que tiene mil vacas en su granja, ya nos podemos imaginar qué valor tiene para él cada vaca. Si hablamos de alguien que tiene un gato, el valor que le dé a ese gato dependerá también de lo que haya en la cabeza de ese propietario. Por desgracia, en esta sociedad, ningún animal tiene valor por sí mismo. Eso es un concepto que solo manejamos los veganos que hemos entendido el veganismo. El lenguaje no es la única variable que impulsa este enfoque especista. El tratamiento de los animales de compañía y los animales de producción alimentaria también difiere, especialmente en lo que se refiere al manejo del dolor. «Las escuelas veterinarias enseñan que si puedes ayudar a mitigar el dolor, puedes ayudar a la recuperación animal», dice Ward. Pero esto es principalmente para los animales de compañía, y cuando Ward como estudiante cuestionó por qué no estaban ayudando a reducir el dolor en animales de producción heridos, su pregunta fue desestimada. El debate sobre el dolor que sienten estos animales cambió y se reencauzó de manera impactante, con sus profesores lamentándose sobre cómo el dolor y el sufrimiento disminuyen la capacidad de los animales de ganar peso o crecer. «Giró sobre la economía, no el daño emocional, y en lugar de hablar sobre su dolor, nos centramos en su valor económico y cómo de rápido crecerían o cómo podrías retrasar la enfermedad», dice. «Es literalmente un tipo de lavado de cerebro, ya que nadie soportaría que un perro o gato tuviese una herida abierta y no tratar a ese animal». No sé cómo este último párrafo suena para la gente corriente, pero para mí lo que afirma Ward es más que obvio. Creo que muchos se sorprenderían del nivel que los anestesistas veterinarios manejan a la hora de tratar a nuestros pacientes caninos y felinos. Nada que envidiar a la medicina humana, de hecho los médicos suelen probar siempre sus técnicas más innovadoras en animales y los veterinarios suelen aconsejar a los médicos. Utilizamos anestesia inhalatoria, intubamos, se hacen bloqueos neurológicos, epidurales, todo lo que haga falta… Conocemos cientos de analgésicos y anestésicos, con sus peculiaridades según la especie y las diferentes dosis de administración. Pero esto tiene un coste, claro, un coste mayor a lo que vale un cerdo destinado al matadero. ¿Sugiere Ward que un ganadero debería pagar por una anestesia o un medicamento cuyo coste supera al del individuo en sí, que si está enfermo ni siquiera le dará un beneficio cuando lo envíe al matadero? Este tal Ward me parece un tanto ingenuo, como somos muchos veterinarios cuando comenzamos la carrera. Los veterinarios son víctimas del especismo, eso es verdad, pero su labor viene condicionada por el hecho de vivir en una sociedad especista en la que los animales son considerados cosas. Mientras eso no cambie, los veterinarios no van a poder actuar de otra forma, ya que están al servicio de los propietarios de esos pobres animales, no al servicio de los animales, como pasaría si viviésemos en un mundo ideal, o sea, vegano. Esta es una dura lección que los estudiantes de veterinaria actuales tienen que aprender. «Aunque nunca nos enseñan a proveer un estándar de cuidado más bajo según la especie, la evolución de un bovino y un canino, por ejemplo, ha sido influenciada de manera marcada por los humanos: uno fue criado para compañía y protección y el otro para ser comida», dice Hanna DeZara, una estudiante de veterinaria vegana en la clase de 2023 en la Universidad del Estado de Colorado en Colorado Springs, que no cree que su escuela sea inherentemente especista en su educación veterinaria. «Esta idea de darles un papel según la especie aún existe hoy, y a causa de ello, el modo en el que decidimos el plan de tratamiento es todavía dependiente en parte del papel que juegan en la sociedad, que es la dura realidad». Creo que esta tal Hanna DeZara también peca un poco de ingenua. Claro que la educación veterinaria es especista, porque está hecha por veterinarios especistas que viven en una sociedad especista. La sociedad la hacemos todos. Mientras haya una mayoría no vegana, en las facultades de veterinaria se seguirán tratando a los animales como si fueran cosas, en función de su utilidad. El aumento de los cursos de ética y bienestar animal en las escuelas. Un cambio está en camino, sin embargo, ya que más escuelas veterinarias están introduciendo ética y bienestar animal en sus planes de estudio, algunas incluso ofrecen clases sobre estos temas. «Hace diez años habría dicho que había relativamente pocas facultades con un curso en bienestar animal», dice Croney. «Pero cuando el juramento de AVMA salió, las facultades comenzaron a poner mayor énfasis en el bienestar animal». A mí me saltan todas las alarmas leyendo párrafos como el anterior. ¿Estamos hablando de bienestar animal como lo entienden los de la Dirección General de Derechos Animales en España? ¿Qué tiene que ver eso con veganismo? Y todos mis miedos se cumplen cuando leo… Todos los estudiantes del Estado de Colorado, por ejemplo, están obligados a asistir a una clase de bienestar animal, siendo una de las pocas escuelas veterinarias en el país que ofrecen esto como parte de su plan principal de estudio. Los temas incluyen de todo, desde el bienestar de los animales en los zoológicos hasta la producción de foie-gras, pasando por el bienestar animal como un aspecto esencial de las obligaciones de un veterinario. ¿Cómooorrrr? ¿Bienestar animal en la producción de foie-gras? ¿Pero es eso posible? ¿O es que nos estáis tomando el pelo a todos? Veamos, no sé en otros países, pero en mis tiempos, allá por los años 90 del siglo XX, ya teníamos una asignatura llamada «Ética y bienestar animal», no sé si exactamente con esas palabras, pero que hablábamos de ética, sí, de eso estoy segura. Pero obviamente, no era una ética real en la que aprendiéramos sobre Derechos Animales, sino simplemente de lo que hoy conozco como discurso bienestarista y el sufrimiento de algunos animales, y los aspectos legales que todo veterinario ha de tener en cuenta a la hora de ejercer su profesión, como las técnicas de ejecución aprobadas por la ley. Tener una asignatura como esa no sirve de nada, excepto para que creas que estás siendo sensible con los animales cuando en realidad sigues siendo cómplice de la explotación animal, aunque nadie te hubiera dicho que a eso se dedican muchos veterinarios antes de empezar la carrera. Igual que en el público general, el bienestarismo solo sirve como bálsamo para calmar tu remordimiento de consciencia cuando consumes productos animales. Sin embargo las clases no cuentan con conferenciantes invitados que hablen de derechos animales o charlas dedicadas al veganismo, y DeZara no cree que la responsabilidad de enseñar esos temas recaiga sobre las escuelas de veterinaria. «Ser vegano o comedor de carne no te hace un mejor veterinario», dice. Pero ella sí que cree que el bienestar animal, que encaja con los derechos animales, debería ser una parte integral de la educación, la cual puede entonces ayudar a los veterinarios a decidir si una dieta cien por cien vegetal es mejor para ellos.» DeZara, leíamos antes, es una estudiante veterinaria vegana. Por cosas como esta, una pierde la esperanza en las nuevas generaciones. Para empezar, no parece haber comprendido aún el verdadero significado de la palabra «veganismo». No, no se trata de una dieta, y por tanto no podemos decir si comer carne o no comer carne te hace un mejor veterinario. Está claro que una cosa es ser vegano o no, y otra es tu profesionalidad. Pero que diga que el veganismo no debe ser parte de las clases, a diferencia del bienestar animal, me mata… No podemos esperar que haya un cambio en la profesión veterinaria mientras sigamos apoyando el bienestarismo. Hay que ser extremistas en esta cuestión, sí. Ya se lo dije a alguien hace tiempo, cuando un grupo de estudiantes veterinarios quiso hacer algo por los Beagles utilizados en docencia en mi propia facultad. Si lo que pedimos son mejores condiciones de explotación, eso es lo que tendremos, no veterinarios trabajando en un mundo vegano, que es lo mínimo a lo que debemos aspirar, si somos realmente veganos. Mientras que el bienestar animal es una cosa, la ética animal es otra, y ese es uno de los temas que las escuelas no están abordando, algo que Croney espera que cambie, ya que la ética animal impulsa sus clases. «Hay una idea subjetiva de qué es bueno y qué es menos bueno, ¿así que cómo determinas qué está bien y qué está mal en el tratamiento de los animales?», dice. «La ciencia puede responder a muchas preguntas útiles, pero no puede responder las preguntas desafiantes que nos hacemos hoy.» Sus clases exploran las principales filosofías que tienen que ver con el tratamiento ético de los animales, y el veganismo y el especismo son parte de ese debate. Sin embargo, mejor que enseñar a los estudiantes a tomar una posición específica, ella los anima a examinar los problemas de manera objetiva. «Yo no enseño a los estudiantes qué pensar sino cómo pensar», dice. Por ejemplo, cuando se trata de problemas sobre comer animales, ellos examinan por qué la gente come carne, qué argumentos existen a favor y en contra de comer animales, si está bien criar animales para comida, si los animales sienten dolor, si hay grados de sintiencia, y si es éticamente consistente decir que te importan los animales y su bienestar si luego te los comes. Según avanzo en la lectura de este artículo más miedo tengo. Si esto es lo que está enseñando una profesora de filosofía sobre veganismo a alumnos de veterinaria, apaga y vámonos. Hay poco que discutir en cuanto a lo que está bien y lo que está mal a la hora de tratar a seres vivos. Esta profesora parece acudir al relativismo moral para no ser contundente con sus enseñanzas en la facultad, permitiendo que sus alumnos busquen todas las excusas que hagan falta para justificar que sigan comiendo animales. Eso es lo que yo, al menos, leo entre líneas. Tal vez tenga sus razones para hacer eso: todos sabemos que si eres muy radical tu puesto de trabajo puede peligrar. Enseñar estos temas no es fácil, y pueden causar tensión entre los trabajadores. «Estos problemas llegan en detrimento de cosas que son cruciales en la práctica de la medicina veterinaria, y esta es la razón por la que algunas escuelas veterinarias han limitado o no han dedicado trabajo académico sobre estos temas,» dice Croney. Estos temas desafían también lo que muchos docentes han aprendido, y muchos miembros de la plantilla se ponen a la defensiva cuando sus viejas creencias son cuestionadas. Exacto. Dentro de la universidad pasa exactamente lo mismo que fuera de ella. Dile a aquellos que piensan heredar la granja industrial de su padre, muchos de ellos aficionados a la tauromaquia, como ocurría en mi facultad, que vayan pensando en dedicarse a otra cosa porque tienen que respetar a los animales, y al igual te corren a gorrazos en medio del campus, para escarnio público. La resistencia es también real en la comunidad veterinaria. Pregunta a Richard Pitcairn, doctor en medicina veterinaria que vive en Arizona y autor de Dr. Pitcairn’s Complete Guide to Natural Health for Cats & Dogs, quien organiza todos los años una conferencia para veterinarios en la que toda la comida es vegana. «Algunos no asisten por esa razón», dice. «Otros, sin embargo, han cambiado su dieta como resultado». A estas alturas pienso que la autora del artículo no sabe que el veganismo no es una dieta. Con este error de base, podemos imaginar a qué conclusiones va a llegar. Entonces, ¿deberían los veterinarios ser veganos? Aunque es importante examinar el papel que la educación de un veterinario juega en el moldeado de su filosofía, existe una cuestión más apremiante: si los veterinarios tienen la responsabilidad profesional de ser veganos. Si han jurado proteger a los animales, ¿deberían comer animales cuando las estadísticas muestran que del 97 al 99% de la carne en la dieta estadounidense viene de granjas industriales donde los animales soportan una vida de sufrimiento? Y dale. Que no, que el veganismo no es una dieta , que no se trata de sufrimiento, no se trata de comer o no animales criados en granjas industriales o granjas no industriales. El veganismo va de respetar a todos los animales y no utilizarlos como recursos. Si un veterinario ha jurado proteger a todos los animales (que en realidad no lo ha hecho, por tanto da igual lo que estemos diciendo aquí), no ser vegano es una gran incoherencia, y esto no admite discusión. Melanie Joy tiene la culpa de que los veganos tengamos que seguir leyendo artículos tan nefastos como este. La controvertida cuestión no tiene una pregunta fácil. «Como muchos veterinarios trabajan en producción animal, esa cuestión es difícil de aceptar, y no creo que nuestro juramento lo requiera», dice Peter Soboroff, veterinario y director del hospital New York Cat en Nueva York, que sigue una dieta pescetariana y reconoce que la producción animal es un feo negocio. «Los veterinarios están haciendo lo mejor que pueden para asegurar la salud y el bienestar animal de esos animales, pero no puedes decir mucho porque esos animales van de camino al matadero.» ¿Qué nos podríamos esperar de alguien que ni siquiera es vegetariano? Sin embargo, para algunos, la disonancia cognitiva y la disociación son alarmantes, que es la razón por la que Laverdure-Dunetz recientemente escribió una carta abierta a los veterinarios, preguntándoles por qué no son veganos. «Quería recordarles las que considero son sus obligaciones, no solo hacia los animales de compañía, sino hacia todos los animales que juraron proteger», dice. Por supuesto, la dieta es una elección personal, y nadie puede decirle a nadie qué comer, algo que Ward reconoce. Pero independientemente de lo que pongan en su plato, quiere que los veterinarios alcen su voz por aquellos que no pueden hablar, especialmente los animales de las granjas industriales. «Es nuestra responsabilidad profesional y moral hablar por todos los animales», dice, añadiendo que ha habido veterinarios que le han llamado curandero por desafiar la idea de que matar animales para comida está bien. «Estos animales merecen ser tratados compasiva y humanitariamente, algo en lo que casi todo el mundo está de acuerdo, y siendo los mejores guardianes del bienestar animal, los veterinarios solamente deberían consentir el tratamiento humanitario de los animales». Lo mismo aplica cuando a los veterinarios se les asigna la tarea de inspeccionar granjas industriales solo para reportar que los animales están bien. «A los consumidores se les está vendiendo la visión romántica de pequeñas granjas familiares en las que los animales juguetean, pero eso está desconectado de la realidad,» dice Ward. «Estamos atrapados en este legado de la producción animal que se ha transformado en este sistema inhumano de las granjas industriales, y es necesario que eso cambie.» Si los veterinarios siguen haciendo la vista gorda en cuanto al abuso que los animales de granjas industriales sufren y no solo apoyan sino que también permiten que estas prácticas persistan, puede que pongan en riesgo su credibilidad. «El público se preguntará si pueden seguir confiando en los veterinarios«, Ward dice. En su lugar, él sugiere que los veterinarios empiecen a preguntarse si los animales sienten dolor, cuál es la capacidad emocional del animal, y cómo su bienestar está siendo preservado, incluso cómo hacer que las granjas industriales sean más humanitarias. «Si cada veterinario puede decir que trata vacas, cerdos y pollos de la misma manera en la que trata a perros y gatos, si cada veterinario pudiese decir que cada animal que es matado para comida es tratado con la misma compasión que perros y gatos, habremos elevado el listón del tratamiento humanitario a un nivel astronómico», dice. Ya no me queda ninguna duda de que este tal Ward no es vegano sino bienestarista. Y nos habla de visiones románticas sobre las granjas familiares (cierto) al tiempo que nos quiere vender la alucinación de que podemos tratar a vacas y cerdos igual de bien que a perros y gatos aun cuando a los primeros los mandemos al matadero para hacer salchichas con ellos. Esto es disonancia cognitiva nivel Dios, lo que demuestra el grado de adoctrinamiento existente entre veterinarios, incluso entre aquellos que dicen ser veganos. Y esto está empezando, ya que un grupo de más de 2 900 profesionales veterinarios y defensores has hecho una petición a AVMA para prevenir la práctica brutal del apagado de la ventilación en granjas industriales. Aaaah, vale, este último fragmento del párrafo anterior lo explica todo. Hace unos meses mantuve una interesante conversación con una entusiasta veterinaria supuestamente vegana que me invitó a firmar esa petición. En efecto, comprobé que algunos veterinarios veganos bastante conocidos, como la Dra. Armaiti May o el Dr. Andrew Knight la habían firmado también. Yo la leí y decidí no firmarla por considerarla una petición bienestarista en la que ningún vegano debería participar, a mi parecer. Intenté exponer mis razones a esta veterinaria: no sirve de nada luchar para que maten a nadie de manera más humanitaria, sino que debemos centrarnos en difundir veganismo y exigir la abolición de la esclavitud animal. Como era de esperar, esta persona no entendió (o no quiso entender) lo que quería decir y siguió insistiéndome en que la firmara. Algunos veterinarios dicen ser veganos, pero no parecen haber entendido qué significa la palabra veganismo (o sea, lo mismo que pasa en la población general). Es una pena, pero así es. También ayudaría que las escuelas veterinarias pusieran un mayor énfasis en el bienestar animal y en los derechos animales. «Si desde el día uno las escuelas veterinarias tomaran el enfoque de que los animales sienten dolor, que todos los animales tienen la capacidad de sentir emociones y que todos los animales merecen los principios básicos de cuidado, eso cambiaría la siguiente generación de veterinarios», dice Ward. Al final, hacerse vegano sigue siendo una decisión personal, pero es una decisión que estos expertos esperan que los veterinarios tendrán en cuenta. Después de todo, como dice la futura veterinaria DeZara, «El estilo de vida vegano coincide con muchos de los valores veterinarios, y al final del día, todos nosotros queremos salvar animales al tiempo que promovemos la salud animal, la salud pública y el bienestar». Estoy a punto de pegarme un tiro. Vamos a ver, los veterinarios no somos estúpidos. Sabemos que los animales sienten dolor y que tienen emociones. Sabemos que todos los animales son seres vivos con personalidad propia. Hemos estudiado anatomía y embriología (seguramente más de lo que la gente corriente se imagina), y sabemos que apenas existe diferencia alguna entre humanos y no humanos desde el punto de vista fisiológico. Lo que ocurre es que durante la carrera nos adoctrinan para considerar a los animales como cosas que están a nuestro servicio, y su valor depende exclusivamente de su utilidad, así que todo eso pasa a un segundo plano. Como he dicho otras veces, te haces un callo en el cerebro para poder vivir con ello (frase que le debo a mi mejor jefe de la época en la que trabajaba para otros en clínicas veterinarias). No es verdad que todos los veterinarios quieran salvar vidas. Algunos son esencialmente perrigatistas y lo que quieren salvar son perros y gatos. Otros vienen de familia ganadera y ya saben para qué estudian: para encontrar la forma de explotar más eficientemente a los animales de su granja. Otros simplemente quieren un trabajo fácil y seguro y por ello se sacan oposiciones para trabajar en Sanidad Animal, es decir, Sanidad Humana, que ahora lo quieren llamar «concepto One Health» para sonar más guays cuando lo que quieren decir en realidad es que lo único que importa es la salud de los humanos. Un puesto de trabajo en Sanidad consistirá básicamente en inspeccionar canales en mataderos o vigilar el cumplimiento de las medidas sanitarias en Mercamadrid, haciendo jornadas de 8 a 3 y con un sueldo decente (no como el que tenemos los veterinarios de pequeños animales). Pero ahora mismo no creo que ni el 1% de ellos sea vegano, por tanto no consideran que los animales sean seres sintientes que quieren vivir en paz y libertad, ni saben nada de los verdaderos Derechos Animales, que son aquellos que reconocen al menos tres derechos básicos: el derecho a la vida, el derecho a la libertad y el derecho a no ser considerado propiedad. Es tan fácil como esto. No hay por qué complicarse la vida con dietas y estilos de vida. Lo que debería hacer DeZara es caerse del guindo cuanto antes, o el mamporrazo será monumental. (FIN DEL ARTÍCULO) Mi conclusión. El artículo me deja bastante confusa y no sé por qué fue publicado en Veterinary Vegan Network cuando yo no veo nada vegano en él. Creo que podría resumirlo en una frase: Los veterinarios no tenemos la obligación de ser veganos pero sí debemos ser bienestaristas. Obviamente, no puedo estar de acuerdo. Independientemente de la situación actual de la profesión, que es tan penosa como el artículo por no decir directamente patética, claro que los veterinarios deberíamos ser veganos. ¿Por qué? Porque si se supone que en medicina humana el objetivo final es la preservación de la salud humana y evitar la muerte con nuestros conocimientos mientras eso sea posible, no veo por qué no deberíamos entender lo mismo en medicina veterinaria, para los animales no humanos. El problema es que esta forma de entender la medicina no tiene nada que ver con una veterinaria al servicio de los explotadores de los animales, donde entonces el objetivo pasa a ser «preservar la salud de los animales no humanos siempre que nos interese hacerlo y poner fin a su vida cuando nosotros deseemos, que por algo son recursos de los que aprovecharnos. Eso sí, sin hacerles sufrir mucho para que parezca que nos importan algo».
Yo no soy este último tipo de veterinaria porque soy vegana. Y si a un veterinario le importa de verdad la vida de los animales no humanos y no quiere hacerlos sufrir, simplemente deja de explotarlos y se hace vegano. Entonces, ¿por qué no hay más veterinarios veganos? Pues por la misma razón por la que no hay más veganos en la sociedad en general, porque vivimos en una sociedad especista en la que hemos sido criados desde pequeños con la idea de que está bien explotar a los animales, y en la carrera de veterinaria somos doblemente adoctrinados, por ello es lógico que la resistencia a hacernos veganos sea aún mayor aun cuando hemos visto en primera persona las barbaridades que se hacen con todos los animales. Las excusas que buscamos son exactamente las mismas que buscan otras personas. Y por experiencia sé que las reacciones son incluso más violentas cuando les señalas su incoherencia, ya que muchos de ellos se han llegado a creer héroes que como salvan perros y gatos ya se pueden dedicar a engullir chuletas y a asistir a carreras de Huskies en la nieve porque está claro que los Huskies disfrutan tanto como los caballos cuando los montas. La solución que yo veo para todo esto es solo una: la escisión. Aquellos que se dedican a la producción animal ni pueden ser veganos ni pueden ser veterinarios, si es que aceptamos que un veterinario trabaja de verdad para conservar la salud y la vida de los animales no humanos. Así que en un futuro los veterinarios veganos (los únicos coherentes con sus principios) tendremos que luchar por quedarnos con la parte real de la veterinaria, y por otro lado quedarán los zootecnistas y explotadores de animales, que en ningún caso pueden llamarse veterinarios, y que podrán o no adoptar una dieta cien por cien vegetal según lo que prefieran. Ser vegano es mucho más que velar por el bienestar animal. No podemos definirnos como veganos al tiempo que buscamos mejores mejores formas de asesinar a otros animales o si lo único que hacemos es adoptar una dieta cien por cien vegetal.
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«El veganismo es en verdad la afirmación de que en donde haya amor la explotación debe desaparecer.»
- Leslie Cross, vicepresidente de la Vegan Society, 1951. Autora
Veterinaria y vegana. Una difícil combinación en los tiempos que corren. Libro
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